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Por qué nos encanta Zohran Mamdani


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La pregunta tiene múltiples entradas, pero comencemos por la más imperiosa: Mamdani ha demostrado que una candidatura de izquierda en Estados Unidos es electoralmente viable. Aunque no debiéramos cantar victoria, a pesar de su holgada ventaja en las encuestas, Mamdani tiene todos los reflectores encima y, sin embargo, brilla con luz propia. Ha construido una carrera política sólida, demostrando ser un vehículo de consensos necesarios. Por ejemplo, lideró la causa “No a nuestra costa”, que buscaba evitar que organizaciones sin fines de lucro canalizaran fondos operativos vinculados al genocidio en Gaza. También fue una pieza clave en la aprobación de la Ley de Construcción de Energías Renovables Públicas (2023).


Esa vocación por transformar lo estructural también se expresa en su lucha por la vivienda. Last but not least, siendo Nueva York, junto a Hong Kong, una de las ciudades con los alquileres más costosos del mundo, con interminables listas de espera y cierto sesgo segregatorio en la selección de inquilinos, Mamdani ha convertido el acceso a la vivienda en el corazón de su programa político. Ha tomado una posición clara contra las inmobiliarias y los fondos de inversión en bienes raíces.


Antes de iniciar su carrera política, el joven Zohran Mamdani, quien actualmente tiene 34 años, fue asesor en prevención de desalojos; pero además, fue hiphopero. Él mismo afirma que se trató de una carrera musical efímera, que fue un rapero de segunda línea; pero no deberíamos desestimar el poder de convertir en canto popular el cotidiano de la clase trabajadora. Mr. Cardamomo —su nombre artístico—, como todo hiphopero, es un storyteller, un bardo contemporáneo; no en un sentido demagógico, sino clarividente. En lugar de apoyarse en una propuesta meramente identitaria, Mamdani ha defendido una de accesibilidad, en una ciudad cada vez más privativa por su costo de vida.


“Nueva York es demasiado cara”, postula Mamdani. “Voy a congelar la renta, asegurar que los automóviles sean más rápidos y gratuitos, y ofrecer cuidado a niños menores de cinco años gratis para todas las familias”, dice en su video-anuncio en español. Ese era, quizá, el ingrediente que le faltaba a la mezcla política del Partido Demócrata y del DSA (Democratic Socialists of America): no solo para indignar a Trump, sino también para darle volumen y entusiasmo a una propuesta genuinamente ciudadana, que encarna —como Nueva York— el fact of pluralism y augura nuevos derroteros para la democracia estadounidense.

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