La historia del Manifiesto Comunista
- Redacción El Salmón
- 5 may
- 5 Min. de lectura

Este breve pero poderoso escrito de Karl Marx y Friedrich Engels no solo es una crítica feroz al sistema capitalista, sino también un llamado a la acción revolucionaria del proletariado. Su creación fue producto de un momento histórico específico, marcado por la agitación social en Europa, y la necesidad urgente de los trabajadores de organizarse frente a las injusticias del sistema económico y político de la época.
El contexto europeo de 1848
A mediados del siglo XIX, Europa vivía momentos de gran inestabilidad política y social. El capitalismo industrial había tomado un poder sin precedentes, pero también había exacerbado la desigualdad, empujando a millones de trabajadores a condiciones de vida miserables. Mientras las grandes potencias europeas se veían afectadas por los efectos de la Revolución Industrial, las tensiones entre clases sociales eran cada vez más intensas. La burguesía, enriquecida por la industrialización, se encontraba en una constante lucha por mantener su posición, mientras que el proletariado, una nueva clase compuesta principalmente por obreros de las fábricas, luchaba por mejores condiciones laborales y derechos políticos.
Este contexto de agitación fue el caldo de cultivo para las ideas revolucionarias que Karl Marx y Friedrich Engels habían estado desarrollando en sus escritos. A finales de 1847, la Liga de los Comunistas, una organización radical de trabajadores exiliados en Europa, buscó a Marx y Engels para encargarles la redacción de un manifiesto que sirviera como plataforma para la lucha proletaria.
La liga de los comunistas y el encargo
La Liga de los Comunistas había sido fundada en 1847 en Londres, con el objetivo de difundir los principios del socialismo y el comunismo. Esta organización había nacido en un momento de gran descontento en Europa, cuando la lucha por los derechos de los trabajadores y por un sistema político más justo comenzaba a tomar fuerza. Los miembros de la Liga, mayormente trabajadores alemanes exiliados, deseaban un texto que uniera a los obreros de diferentes países bajo una misma bandera: la de la revolución contra el capitalismo.
Marx, quien vivía en Bruselas, y Engels, en ese momento en Inglaterra, recibieron el encargo de redactar el Manifiesto Comunista en diciembre de 1847. A pesar de las dificultades económicas y políticas que atravesaban, ambos pensadores se comprometieron a realizar esta tarea con urgencia, sabiendo que el contexto histórico no podía ser desaprovechado. La redacción del manifiesto fue un trabajo conjunto, aunque Marx fue el principal responsable del contenido teórico.
El proceso de redacción
El Manifiesto Comunista fue redactado en un período sorprendentemente corto: tan solo seis semanas. En su elaboración, Marx y Engels se centraron en dos aspectos fundamentales: la crítica al sistema capitalista y la llamada a la acción revolucionaria del proletariado. Los dos pensadores utilizaron un estilo directo y enérgico, que caracterizó todo el manifiesto. El tono, a veces casi apremiante, buscaba movilizar a las clases trabajadoras a la acción, alentándolas a tomar el control de su destino.
Marx y Engels partieron de una crítica histórica a las sociedades divididas en clases. A lo largo del manifiesto, explicaron cómo la historia de la humanidad ha sido, en última instancia, una historia de lucha de clases, desde la opresión de los esclavos en la antigüedad hasta la opresión de los obreros en la sociedad capitalista. La esencia del mensaje era clara: el capitalismo, como cualquier sistema anterior, estaba destinado a ser derribado por la lucha de clases.
La obra fue escrita en un tono que reflejaba el espíritu del tiempo: la urgencia de un cambio social que respondiera a la explotación sistemática del proletariado por la burguesía. El manifiesto también propuso soluciones concretas, como la abolición de la propiedad privada, el establecimiento de una educación pública, gratuita y laica, y la implementación de un sistema de trabajo colectivo.
La publicación
En febrero de 1848, el Manifiesto Comunista fue publicado por primera vez en Londres. La publicación coincidió con una de las épocas más turbulentas de Europa: la Revolución de 1848, también conocida como la Primavera de los Pueblos. En varios países, desde Francia hasta el Imperio Austrohúngaro, los trabajadores, campesinos y sectores populares se levantaron en protesta contra los regímenes autoritarios y las condiciones de vida injustas. Las demandas de los manifestantes coincidían con los puntos que Marx y Engels planteaban en su manifiesto, lo que hizo que el texto fuera recibido con una mezcla de entusiasmo y temor por parte de las autoridades.
El manifiesto fue distribuido ampliamente entre los trabajadores de toda Europa, y rápidamente se convirtió en una especie de "biblia" de los movimientos socialistas y comunistas. Su impacto inmediato fue limitado en términos de revoluciones, pero su influencia creció enormemente en las décadas siguientes. El texto proporcionó una base ideológica sólida para los movimientos obreros y para la creación de partidos políticos socialistas en todo el mundo.
Los principios del Manifiesto
En sus primeras páginas, el Manifiesto Comunista aborda una de las afirmaciones más conocidas de Marx: "Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo". Con esto, Marx y Engels buscaban mostrar que las ideas comunistas ya no podían ser ignoradas, pues habían ganado terreno en los círculos políticos y obreros. A lo largo del manifiesto, se exponen los principios fundamentales del comunismo, como la abolición de la propiedad privada, la centralización del crédito en manos del Estado y la creación de un sistema de educación que promoviera la igualdad.
Marx y Engels también destacan la necesidad de una revolución proletaria, que sería el proceso por el cual los trabajadores derrocarían a la burguesía y tomarían el control de los medios de producción. El texto también establece que la lucha de clases no es algo abstracto, sino una fuerza activa que impulsa los cambios históricos.
La última sección del manifiesto hace un llamado claro a la acción, instando a los proletarios a unirse para derrocar el sistema capitalista. "¡Proletarios de todos los países, uníos!" se convirtió en una de las frases más emblemáticas de la historia del comunismo y un grito de guerra para las generaciones futuras.
El impacto del Manifiesto
Aunque el Manifiesto Comunista no provocó inmediatamente una revolución, su impacto a largo plazo fue profundo. En las décadas siguientes, las ideas de Marx y Engels se difundieron por toda Europa y más allá, dando forma a los movimientos socialistas y comunistas del siglo XX. El manifiesto sirvió como base para la creación de los primeros partidos comunistas y para la organización de la clase trabajadora en luchas políticas y sociales.
A pesar de los fracasos iniciales en la Revolución de 1848, el Manifiesto Comunista se consolidó como un texto fundacional para los movimientos obreros y fue clave en el desarrollo del marxismo como corriente ideológica. La visión de un mundo sin clases y sin explotación fue un faro para millones de trabajadores a lo largo del siglo XX, y el texto sigue siendo relevante en debates sobre justicia social, desigualdad y lucha de clases.
El Manifiesto Comunista no solo fue una obra de crítica económica y social, sino también una llamada a la acción revolucionaria. Marx y Engels, al escribir este manifiesto, no solo denunciaron las injusticias del sistema capitalista, sino que también ofrecieron una visión de un futuro diferente, basado en la igualdad y la justicia para todos. Hoy, más de 170 años después de su publicación, el Manifiesto sigue siendo un texto fundamental para entender las dinámicas del capitalismo, la lucha de clases y la historia del movimiento obrero.
コメント