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Guerrillas de drones

Actualizado: 14 sept


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Desde la ofensiva rusa en Ucrania en 2022 y el asedio de Israel contra Gaza en 2023, un insidioso zumbido metálico (que aterra a soldados en trincheras y a civiles que esperan ayuda humanitaria por igual) se ha convertido en la marca de una nueva era bélica: la guerra de los drones.


El 28 de agosto de este año el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, declaró que el Pentágono se está preparando para contrarrestar un nuevo tipo de amenaza internacional: los drones hostiles.


En 2024 ante la escalada de la guerra entre Rusia y Ucrania, los países bálticos Estonia, Letonia y Lituania, además de Polonia, Noruega y Finlandia se reunieron para coordinar la construcción de un “muro antidrones” en la frontera con Rusia con una extensión proyectada de casi 3 mil kilómetros.


El “muro inteligente” contará con radares especializados para detectar drones de diversos tamaños y tecnologías. Este proyecto es la actualización del presentado por Finlandia en 2023 que propuso construir un muro físico en su frontera con Rusia con un costo superior a los US$ 400 millones. Y se estima que los muros físicos y tecnológicos estarán culminados entre 2026 y 2027.


Como se recordará, en el mes de junio Ucrania llevó a cabo la “Operación Telaraña”, uno de los ataques más contundentes a bases aéreas militares rusas (algunas ubicadas a cientos de kilómetros de la frontera con Ucrania) que se vieron sorprendidas por enjambres de drones kamikazes camuflados en camiones y activados a distancia.


Según el Servicio de Seguridad ucraniano, la operación tomó 18 meses de preparación y los 117 drones activados destruyeron o dañaron seriamente 41 aeronaves rusas, incluyendo bombarderos estratégicos y avionetas de vigilancia, causando pérdidas por US$ 7.000 millones. Por su parte, Rusia catalogó el ataque como “terrorista” y no dio mayores informes sobre las pérdidas.


Según “The Economist” en 2024 Rusia fabricaba alrededor de 300 drones ‘Shahed-136’ (de patente iraní) al mes. En la actualidad se calcula que puede llegar a construir entre 100 a 300 por día, y pronto llegará a los 500. Estos drones suicidas tienen la forma de pequeños aviones (3 metros) que ya están impactando en Ucrania a manera de respuesta en las últimas semanas.


Cambiando de escenario, en julio de este año la cadena “AlJazeera” reseñó una investigación de los medios israelíes “+972 Magazine” y “Local Call” que reveló que Israel usaba drones de fabricación china para asesinar a civiles palestinos en la Franja de Gaza. Según los medios israelíes, que entrevistaron a siete soldados y algunos oficiales, los drones se operaban manualmente lo que facilitaba las ejecuciones.


Según el informe, Israel usó, a parte de sus marcas locales, los drones ‘Evo’ fabricados por la empresa china ‘Autel’ que se venden en el mercado abierto a unos 3.000 dólares y suelen ser usados por fotógrafos. Estos drones son adaptados con accesorios militares como granadas o cabezas de mortero. Los drones pueden soltar su carga explosiva desde el aire o estrellarse contra sus objetivos. Un soldado israelí (desde el anonimato) que sirvió en Rafah les confesó a los medios israelíes que estuvo encargado de atacar civiles en un barrio gazatí y que ninguna de las víctimas estaba armada o portaba algo sospechoso. El soldado fue testigo de cómo se usaron drones para asesinar a niños palestinos en forma de advertencia “con sangre” para que sus familiares no regresaran a sus casas.


En un artículo del “New York Times”, los periodistas Julian E. Barnes y Eric Schmitt destacaron la preocupación del Pentágono por el uso novedoso y letal que Ucrania e Israel están dando a los drones. A Estados Unidos ya no le basta su ‘Cúpula Dorada’ contra misiles intercontinentales. Ahora necesita una defensa contra drones que pueden ser usados por el terrorismo casero para ocasionar otro 11 de septiembre. El artículo describe nuevas tecnologías de defensa que las empresas estadounidenses están probando, como la de microondas dirigidas de alta potencia. Se advierte, de igual modo, que el futuro estará marcado por “una guerra de guerrillas de máquinas”, con el perturbador dato de que el 70% de las muertes ocurridas en los campos de batalla entre Rusia y Ucrania ya se debe a los drones.


Sobre drones, los hay de distintos tamaños y precios, como los rusos ‘Lancet-3’ (pueden costar hasta 35 mil dólares), con forma de misiles alados capaces de vigilar y destruir tanques. O el ‘MQ-9 Reaper’ estadounidense (de 33 millones de dólares), de más de 10 metros, con capacidad de espiar y cargar bombas pesadas. O el megadron chino ‘Jiu Tian’ de 16 toneladas y 25 metros, habilitado para soltar en vuelo hasta 100 minidrones. Sin embargo, los drones que han modificado la guerra en campo abierto son los famosos cuadricópteros pequeños que se manejan a través de un mando remoto o un celular, que persiguen e impactan en los cuerpos de los soldados y lo transmiten todo a través de una cámara como en un macabro videojuego.


La guerra convencional se está reconfigurando. Entre la tradicional guerra por tierra, con tropas de avance y tanques, y los combates aéreos, con aviones y misiles, los drones inclinarán la balanza de acuerdo a su maniobrabilidad, alcance y capacidad de emboscada. Y más si la inteligencia artificial se hace presente en esta ecuación. Cualquier soldado con un smartphone podrá descargar una aplicación que no use GPS y con la ayuda de una red de internet podrá dirigir un dron explosivo hacia su objetivo a kilómetros de distancia. Pero, como muchos especialistas están advirtiendo: los drones totalmente “autónomos” aun no son tan “inteligentes” para diferenciar un autobús de civiles de un tanque de guerra.


Hace unos días, en Beijing, en el desfile militar por el 80º aniversario del final de la Segunda Guerra, China mostró un despliegue sorprendente de drones de última generación. Estamos en el futuro de la guerra.



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