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El Estado paternalista


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Es gracioso como en medio de un autoproclamado liberalismo algunos analistas defienden los aportes obligatorios a los fondos de pensiones. ¿No se supone que el liberalismo tiene como valor supremo la libertad? Pero luego se empeñan en que las personas que están en plena posibilidad del uso de sus capacidades mentales estén obligadas a ahorrar para su vejez. Es la contradicción más flagrante. Los ciudadanos que para efectos de ser consumidores pueden tomar sus propias decisiones, no pueden tomarlas para planificar su vejez. 


¿La disculpa? Si no los obligan, en el futuro el Estado tendrá que hacerse cargo de ellos. ¿La verdad? los poderes económicos están interesados en conseguir grandes sumas de dinero para administrarlo en beneficio de sus propios intereses creando mercados de capitales que pueden ser invertidos en sus propios negocios. 


¿Alguna vez el Estado peruano se ha hecho cargo de los jubilados? Todo lo contrario, el Estado se ha gastado o mal administrado los aportes de la mayor parte de la población. Por eso es por lo que la ONP (Oficina de normalización previsional) y Essalud están como están. Fue esto último lo que nos llevó a la creación de sistema privado de pensiones que al final es, probablemente, la mejor solución, pero no en los términos actuales, sino en los que corresponden a empresas que estén dispuestas a competir como todas las otras y no tienen el monopolio de los aportes obligatorios de los ciudadanos. 


Asimismo, las comisiones no pueden ser como hasta ahora. Tienen que ser por resultado. Si la AFP u otra institución mediante sus acertadas inversiones logra que nuestro dinero se incremente, tendrá derecho a una comisión (porcentaje) de lo ganado, pero si por el contrario tiene resultados negativos, tendrá también como castigo una comisión negativa que se compensará en el tiempo con las positivas. Ese sistema las hará más eficientes. Los accionistas de las AFP tienen –como sus clientes– que apostar por el largo plazo.


Aunque no soy partidario de los aportes forzosos, considero que por algunos años (habría que decidir cuántos) podría ser obligatorio, mientras la población toma consciencia de la necesidad de ahorrar para la vejez. Durante ese período las AFP deberían conseguir que sus productos sean atractivos por sí solos y que su adquisición no sea compulsiva. Otro detalle: el plazo tiene que ser improrrogable. En el Perú los lobbies para extender la vigencia de las leyes son parte de la costumbre empresarial. 


Las AFP tienen que conseguir que las personas aporten porque quieren y no porque están obligadas como todas las demás empresas que producen bienes o servicios que pueden o no comprarse. ¿Por qué un pequeño grupo de empresas tiene las ventas aseguradas y solo tiene que competir con pocas otras? No creo que la solución sea que haya más AFP o instituciones financieras adicionales, sino que éstas ofrezcan productos que sean tan atractivos que los ciudadanos deseemos adquirirlos. El paternalismo de obligarnos a ahorrar porque somos incapaces de hacerlo por decisión propia no resiste ningún análisis y mucho menos en el Perú en que el Estado jamás se ha ocupado de la tercera edad o lo ha hecho de forma mínima.


En nuestro país, las personas mayores han sido cuidadas por sus familias, con algunas excepciones, que son las que sirven de ejemplo para obligar a ahorrar para la jubilación, como si fueran la mayoría. Esto último es, además, resultado de la visión individualista vigente en que cada uno tiene que velar por su vejez cuando lo razonable es que sean las familias y las comunidades las que se encarguen de cuidar a sus mayores. Que quede claro: no el Estado, sino las familias, es decir los hijos y nietos que recibieron el cuidado de esas personas cuando lo necesitaron o a falta de éstos la comunidad en que han vivido.


Por desgracia, la cultura imperante está olvidando esa maravillosa costumbre de nuestros abuelos y la solución que buscamos es la individualista. Cada uno tiene que velar por sí mismo cuando lo razonable, insisto, es que sea la comunidad, la familia. Por ese camino tiene que venir la solución y no por los ahorros individuales que terminarán con grupos de viejos viviendo en asilos o casas de reposo, separados y olvidados, excluidos porque ya no producen. La cultura presentista que olvida el pasado y los valores que deberíamos rescatar.  


En todo caso, hay que socializar el sistema privado de pensiones y la pensión mínima tendría que ser cubierta por las personas que tienen sueldos o ingresos más altos. Habría que hacer un cálculo y repetirlo periódicamente para determinar cuánto hay que deducir a los de mayores ingresos para cubrir la pensión mínima que, por otro lado, tiene que actualizarse a ritmo de la inflación.


En vez de que sea el Estado (con los impuestos que pagamos todos) el que sostenga la pensión mínima, serían los propios aportantes con sueldos altos los que lo asuman. En vez de cobrarles impuestos y que esto sirva para esos efectos es más eficiente que directamente lo hagan (reduciéndoles un pequeño monto de sus aportes en favor de los que ganan poco) con la ventaja de que lo administraría una empresa privada. De esa manera no hipotecamos a los futuros gobiernos que tendrían que hacerse cargo más adelante. Ya estamos viendo los problemas que por ese camino han resultado en Francia y en los países en que el Estado tiene que afrontar las pensiones.


En la generación de mis abuelos y bisabuelos toda la familia, con mayor carga de los que ganaban más, asumía el sostén de los ancianos, las hermanas viudas o de familiares en desgracia que terminaban viviendo en su casa o en la casa familiar que era sostenida por los miembros más pudientes. Y estos lo asumían convencidos de que era su obligación.  


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