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Comentario impopular en contra del libro de Polay-MRTA



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En elsalmon.info creemos que cancelar la presentación del libro de Víctor Polay es una medida que debilita la democracia y empobrece el debate público. Apostamos por la libertad de expresión, incluso cuando incomoda. Pero también creemos en el valor del disenso informado. Por eso, abrimos espacio a otras voces que respetamos profundamente. Compartimos aquí la opinión crítica de Ernesto de la Jara sobre este tema.


Se puede cuestionar que la presentación de su libro haya sido cancelada después de haber pasado diversos filtros —inscripción en la Biblioteca Nacional, autorización de venta y programación del evento—, pero también es legítimo no querer apoyar la difusión de un libro escrito por Víctor Polay.


Primero hay que leerlo: si su contenido consiste en defender o reivindicar la identidad y acciones del MRTA, entonces existen fundamentos legales para restringir su difusión. Jurídicamente, el MRTA —cuyo principal cabecilla fue Polay, preso y condenado conforme al debido proceso por la justicia ordinaria, no por jueces sin rostro— puede ser caracterizado como grupo terrorista.


Esto se debe a que recurrió al terror como método de acción: emboscadas, asesinatos de personas fuera de combate (civiles y uniformados, incluyendo dirigentes indígenas), secuestros seguidos de ejecución, torturas y atentados internos. Estas acciones constituyen violaciones graves del Derecho Internacional Humanitario (DIH), según el artículo 3 común de los Convenios de Ginebra, tal como lo ha establecido en reiteradas ocasiones el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).


Ni el MRTA ni Sendero Luminoso respetaron las normas del derecho de la guerra, es decir, el mínimo ético exigible incluso en contextos de conflicto armado. Peor aún: estas organizaciones desplegaron sus campañas terroristas en épocas de democracia en el Perú, no bajo dictaduras sanguinarias, sino en un contexto donde la izquierda contaba con garantías plenas para participar políticamente —y, de hecho, lo hizo con bastante éxito.


Distinto sería si, al leer el libro, uno se encontrara con un ejercicio de autocrítica, una apuesta por la verdad, la justicia y el perdón.


Creo que la violencia y la muerte generadas por Polay y el MRTA justifican que el Estado de derecho imponga restricciones a su discurso, conforme al derecho nacional e internacional. No se combate la barbarie con más barbarie —como los atentados del MRTA frente a las ejecuciones extrajudiciales cometidas por agentes del Estado—, pero sí se debe impedir que grupos como el MRTA crean que pueden volar por los aires no solo los derechos humanos, sino incluso los principios mínimos que deben regir en cualquier conflicto, ya sea internacional o interno, y que luego puedan reclamar impunidad bajo el pretexto del olvido.


Yo no olvido las gravísimas violaciones de derechos humanos cometidas desde el Estado. Pero tampoco olvido el terrorismo desplegado tanto por Sendero Luminoso como por el MRTA: dos organizaciones que jamás estuvieron dispuestas a cesar la violencia mediante acuerdos viables, sino que solo lo hicieron cuando sufrieron derrotas estratégicas que, afortunadamente, llevaron a su colapso.

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