¿Por qué se le consideraba a Emma Goldman "la mujer más temida de América"?
- Redacción El Salmón
- 27 jun
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 1 jul

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, Estados Unidos vivía una profunda transformación social. La industrialización avanzaba a pasos agigantados, las ciudades crecían de forma descontrolada y millones de inmigrantes llegaban buscando un futuro mejor, pero encontraban pobreza, explotación laboral y represión política. En medio de ese contexto, emergió una figura que desafió todas las normas sociales y políticas de su época: Emma Goldman, una mujer que llegó a ser conocida como "la mujer más peligrosa de América", un título otorgado por el propio gobierno estadounidense y reproducido por la prensa.
Orígenes y formación de una luchadora
Emma Goldman nació en 1869 en Kaunas, Lituania, entonces parte del Imperio Ruso. Creció en una familia judía humilde, rodeada de antisemitismo, pobreza y una fuerte tradición patriarcal. Desde pequeña, mostró un carácter rebelde e inconformista. En 1885, a los 16 años, emigró a Estados Unidos junto a su hermana, escapando de la represión y las limitadas oportunidades de vida en su tierra natal.
Al llegar a Nueva York, Emma trabajó largas jornadas en fábricas textiles bajo condiciones laborales extremadamente duras, como millones de mujeres inmigrantes de su época. Fue precisamente esa experiencia de explotación la que despertó en ella un profundo sentido de justicia social.
El encuentro con el anarquismo y el despertar político
En 1886, uno de los eventos que marcaría su vida fue la Revuelta de Haymarket en Chicago, donde varios líderes sindicalistas anarquistas fueron ejecutados tras un juicio manipulado. Este hecho radicalizó su pensamiento y la llevó a involucrarse de lleno en el movimiento anarquista.
Influenciada por pensadores como Mijaíl Bakunin y Piotr Kropotkin, Goldman comenzó a dar discursos y escribir artículos en defensa de los derechos de la clase trabajadora, la libertad individual y la lucha contra la opresión estatal. Se convirtió en una de las oradoras públicas más destacadas del movimiento, viajando por todo Estados Unidos para hablar en fábricas, universidades, parques y salones sindicales.
Su lenguaje era directo, apasionado y provocador. Emma no suavizaba sus palabras para agradar a la audiencia. Hablaba de la desigualdad, del derecho de las mujeres a controlar su propio cuerpo, de la hipocresía de las instituciones religiosas y del Estado, y de la necesidad de una transformación radical de la sociedad.
La mujer más peligrosa de América: ¿Por qué tanto miedo?
La etiqueta de "la mujer más peligrosa de América" no fue un simple adjetivo sensacionalista. Emma Goldman fue vista como una verdadera amenaza por el gobierno estadounidense por varias razones:
Su defensa abierta del anarquismo
Goldman creía en la abolición del Estado, al que consideraba una estructura opresiva por naturaleza. Defendía la autoorganización social, la acción directa y la desobediencia civil. En un país obsesionado con el orden y el control, esto resultaba inaceptable.
Su lucha por los derechos de las mujeres
Emma fue una de las primeras figuras públicas en Estados Unidos que habló abiertamente sobre el control de la natalidad, el amor libre y la independencia femenina. Promovía el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y su sexualidad en una época donde incluso hablar de estos temas era ilegal.
Su oposición a la Primera Guerra Mundial
Durante la Primera Guerra Mundial, Goldman lideró campañas contra el reclutamiento obligatorio y la intervención militar estadounidense. Su activismo pacifista la llevó a ser arrestada junto a su compañero Alexander Berkman bajo la acusación de conspirar contra la Ley de Reclutamiento.
Su capacidad de movilización social
Emma no era solo una teórica. Tenía una enorme capacidad para conectar con la clase trabajadora y movilizar masas. Sus discursos reunían a miles de personas en plazas públicas, lo que provocaba temor entre las autoridades.
Persecución, cárcel y deportación
El gobierno de Estados Unidos la vigiló constantemente. Fue arrestada más de una docena de veces por cargos como "incitar a la revuelta", "obscenidad" (por distribuir información sobre anticoncepción) y "conspiración contra el gobierno". Finalmente, en 1919, tras años de persecución, el gobierno de Woodrow Wilson ordenó su deportación a Rusia junto a otros 248 "radicales" durante la llamada "Red Scare", una ola de represión anticomunista que afectó a miles de activistas.
Tras abandonar Rusia, luego de criticar a su Gobierno, vivió en varios países europeos, como Alemania, Francia y España, donde apoyó la Revolución Social durante la Guerra Civil Española.
Emma Goldman murió en 1940 en Canadá, pero antes de morir, pudo regresar brevemente a Estados Unidos para dar conferencias y despedirse de amigos y compañeros de lucha.
Un legado que sigue vigente
Hoy en día, Emma Goldman es reconocida como una figura pionera del feminismo, el pensamiento anarquista y los movimientos por la libertad individual. Su vida demuestra que una sola voz, valiente y coherente, puede incomodar a los poderosos y abrir caminos de lucha y esperanza para generaciones futuras.
Su famosa frase "Si no puedo bailar, no quiero ser parte de tu revolución" sigue siendo un símbolo de que la lucha por la libertad también incluye la alegría, la pasión y la reivindicación de la vida.
Por todas estas razones, Emma Goldman fue vista como una amenaza. Porque sus ideas removieron los cimientos del poder, y porque no tuvo miedo de enfrentarse a gobiernos, ejércitos y normas sociales en defensa de una causa mayor: la libertad humana en todas sus formas.
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