La victoria de Mario Vargas Llosa
- Gerardo Saravia
- 20 abr
- 5 Min. de lectura

Ha partido una de las figuras más representativas de las letras universales, cuyo impacto literario ha marcado un antes y un después en la narrativa contemporánea. Obras como Conversaciones en la catedral, La ciudad y los perros y La Fiesta del Chivo no solo exploraron las realidades sociales y políticas de América Latina, sino que también ofrecieron una crítica profunda a las estructuras de poder, el autoritarismo y la corrupción que han moldeado a la región. Sin embargo, este artículo no trata del aporte literario de Mario Vargas Llosa. El autor también ha sido criticado por el apoyo que le ha brindado a opciones políticas conservadoras y autoritarias como Vox, Bolsonaro, entre otras. Pero acá tampoco vamos a tratar de sus controversias políticas.
Este texto trata más bien de un momento específico: la fundación del Movimiento Libertad en 1987, cuando Vargas Llosa, decidido a dar un paso más allá de su faceta literaria, intentó influir directamente en la política peruana a través de una propuesta liberal que abogaba por el libre mercado.
A fines de la década de 1980, Perú atravesaba una grave crisis económica y social. En 1987, la hiperinflación superaba el 1,000% anual, la moneda se devaluaba constantemente y el poder adquisitivo de la población caía drásticamente. La pobreza y el desempleo afectaban a gran parte de la población, mientras que el gobierno de Alan García, quien asumió la presidencia en 1985, no solo fue incapaz de resolver estos problemas, sino que sus políticas erráticas y un elevado nivel de corrupción empeoraron la situación.
El gobierno de García estaba envuelto en denuncias de corrupción. La devaluación descontrolada, la falta de transparencia en la gestión de los fondos públicos y el aumento de la deuda externa generaban un creciente descontento social. Su incapacidad para gestionar los recursos y enfrentar los problemas estructurales de la economía contribuyó al deterioro de su imagen.
El 28 de julio de 1987, en un intento por mitigar la crisis, el gobierno anunció la estatización de la banca. Esta medida, presentada como una forma de evitar la fuga de capitales y controlar el sistema financiero, fue rechazada, especialmente por los sectores empresariales, quienes la vieron como una medida autoritaria que atentaba contra sus intereses.
¡Libertad!
En este contexto, Mario Vargas Llosa se erigió como el principal portavoz de los sectores empresariales más poderosos del país y se convirtió en el principal promotor de las ideas neoliberales que, por ese entonces, ya habían sido implementadas en países como Chile bajo la dictadura de Pinochet, así como en Estados Unidos y el Reino Unido.
En 1987, Vargas Llosa fundó el Movimiento Libertad, una organización política conformada por intelectuales de derecha y empresarios que defendían el libre mercado. Entre los miembros fundadores se destacaron figuras como el pintor Fernando de Szyszlo, el periodista Luis Miró Quesada Garland y el economista Enrique Ghersi. El Movimiento Libertad se presentó como un defensor del sistema económico de mercado frente a la intervención estatal.
El 2 de agosto de 1987, Vargas Llosa leyó públicamente el manifiesto "Frente a la amenaza totalitaria", un documento que denunciaba las políticas intervencionistas del gobierno de García. Este manifiesto, respaldado por más de un centenar de firmas de intelectuales, empresarios y figuras públicas, movilizó a una parte de la sociedad peruana en defensa de un modelo económico basado en el libre mercado.
¿Keynes contra la libertad individual?
En su crítica a la estatización de la banca, Vargas Llosa intentó convencer a la opinión pública de que tales políticas representaban una amenaza para la libertad personal y el dinamismo económico. Según él, la intervención estatal en el sector bancario y otros ámbitos de la economía, basada en principios keynesianos, violaba las libertades individuales. Pero esto no es cierto. De hecho, este enfoque ha sido adoptado en numerosos países capitalistas sin que ello haya implicado una erosión de las libertades individuales. En algunos casos, ha logrado resultados positivos, aunque como medida económica, su efectividad varía según el contexto.
En varios países, la intervención estatal en el sector bancario ha sido clave en tiempos de crisis. En Francia, en 1982, el presidente Mitterrand nacionalizó importantes bancos como Crédit Lyonnais y Société Générale para controlar el sistema financiero en medio de una crisis económica, mientras mantenía una economía capitalista. En Italia, durante los años 70, el gobierno nacionalizó bancos clave como la Banca Nazionale del Lavoro para evitar un colapso financiero, estabilizar la economía y garantizar el acceso al crédito. En Suecia, en los años 90, se nacionalizó Nordbanken para enfrentar una crisis bancaria interna. Asimismo, en 1975, el Reino Unido intervino temporalmente en instituciones financieras en dificultades para estabilizar el sistema financiero durante la recesión y la crisis del petróleo.
En Perú, esta medida no funcionó no porque fuera inherentemente mala, sino porque fue una acción improvisada adoptada sin un plan claro ni una estrategia económica integral. La intervención estatal no estuvo acompañada de las reformas estructurales necesarias, como el control de la inflación o la mejora en la eficiencia del sistema financiero.
Vargas Llosa, al presentar la estatización como un acto de opresión, omite reconocer que, en contextos de crisis financiera, la intervención estatal puede ser una herramienta legítima para garantizar el funcionamiento del sistema económico y proteger a la población, sin que esto implique una violación de las libertades individuales. Su argumento buscaba demostrar que la afectación a los intereses de los grandes banqueros repercutiría negativamente en la población, lo cual no es cierto, tal como hemos visto.
La deriva conservadora
El Movimiento Libertad fue rápidamente absorbido por la derecha conservadora, representando los intereses de los grandes grupos empresariales del Perú. Aunque Mario Vargas Llosa se presentaba como defensor de las libertades individuales, su discurso contra la estatización de la banca y la intervención estatal en la economía encontró un apoyo considerable en los sectores más tradicionales de la sociedad peruana. Partidos de derecha como el Partido Popular Cristiano (PPC) y la Alianza Popular (AP) vieron en el Movimiento Libertad una plataforma para promover sus políticas económicas y sociales, lo que llevó a la formación del Frente Democrático (Fredemo).
Durante la campaña presidencial de 1990, con Vargas Llosa como candidato, el movimiento adoptó un tono cada vez más alineado con los intereses de los grandes conglomerados empresariales. Estos grupos, que financiaron generosamente la campaña, aprovecharon la crisis económica para impulsar una agenda neoliberal favorable al libre mercado. Este apoyo financiero consolidó la conexión del Movimiento Libertad con la derecha tradicional, eliminando los vestigios de su ideología liberal original y transformándolo en un partido político que defendía abiertamente los intereses de las élites económicas.
Las dos caras del neoliberalismo en el Perú
El neoliberalismo en el Perú tiene dos caras: la de Mario Vargas Llosa, quien desde finales de la década de los 80 se convirtió en un promotor del neoliberalismo, abogando por la privatización y la mínima intervención estatal, y la de Alberto Fujimori, quien, al asumir la presidencia en 1990, implementó las reformas del hombre que había derrotado en las urnas. Vargas Llosa, al vincular las libertades individuales con la prosperidad económica, presentó la defensa de los banqueros como un pilar fundamental para el bienestar general. Sin embargo, su intento de alinear estos intereses con el bien común no obtuvo el apoyo necesario para ganar las elecciones.
A pesar de su derrota, el modelo económico de Vargas Llosa fue adoptado por Fujimori a través del Fujishock (que había prometido no aplicar), un paquete de reformas neoliberales que incluyó la privatización de empresas públicas, la liberalización de la economía y la apertura de mercados. De esta manera, el modelo de Vargas Llosa se consolidó como la política económica dominante en el país.
Varios miembros del Movimiento Libertad, fundado por Vargas Llosa, se unieron al movimiento fujimorista, como Rafael Rey, quien fundó Renovación Nacional en 1992 y luego se incorporó al fujimorismo, o Luis Delgado Aparicio, quien también se unió a Cambio 90 - Nueva Mayoría.
De esta manera, el neoliberalismo que Vargas Llosa promovió se impuso en el Perú, a pesar de las diferencias entre él y Fujimori. Hoy, las consecuencias sociales y económicas de este modelo siguen siendo tema de debate, especialmente en lo que respecta a su impacto en las clases más vulnerables.