La guerra de Grau

La figura de Miguel Grau está históricamente ligada al monitor Huáscar y, por consiguiente, a la Guerra del Pacífico, conflicto influenciado por los intereses del imperio británico en la región. Sin embargo, el combate de Angamos suele verse como un episodio aislado, sin considerar su inserción en una guerra más amplia y en el contexto político que la rodeaba.
Grau fue un marino de gran formación militar y un humanista, aunque con ideas conservadoras. Participó activamente en el fallido levantamiento de Vivanco en 1857, cuando, al mando de la fragata Apurímac, atacó el puerto del Callao. Este hecho lo llevó a ser expulsado de la Marina. Sin embargo, en 1863, gracias a una Ley de Amnistía, fue reincorporado al servicio. Posteriormente, jugó un rol importante en la guerra contra España, durante su intento de recuperar su dominio en Chile y Perú.
Para 1879, Chile ya había desarrollado un plan estratégico desde décadas atrás, impulsado por Diego Portales, y contaba con asesoría militar prusiana, abundante equipo bélico, y una flota naval compuesta por 12 grandes buques y varias embarcaciones menores. En contraste, Perú, sumido en caudillismos y una prosperidad ilusoria, tenía una flota compuesta por apenas seis embarcaciones, con blindajes no mayores a 4 pulgadas, y escasos recursos militares adecuados.
Otro problema crucial para Perú fue la falta de cohesión entre las tropas y los mandos militares, especialmente en la Marina. A menudo se mencionaba a los “cuatro ases de la Marina peruana”, pero entre ellos existían fuertes contradicciones, particularmente entre Grau y Aurelio García y García. Estas tensiones se agudizaron tras el combate de Iquique, cuando Grau, tras hundir el buque chileno Esmeralda, rescató a los marinos heridos, pero dejó al navío peruano Independencia (el más grande y blindado de la flota) solo, lo que permitió que fuera atacado y hundido por la Covadonga, un buque chileno que luego también participaría en el combate de Angamos.
Desde los tiempos de Sun Tzu, pasando por Moltke y Clausewitz, los teóricos militares habían resaltado que uno de los principios fundamentales de la guerra es preservar y proteger las propias fuerzas, además de eliminar las del enemigo y mantener siempre la iniciativa. Sin embargo, la situación militar del Perú estaba lejos de cumplir estos preceptos.
La historiografía suele señalar la cercanía de Grau con Mariano Ignacio Prado, quien lo envió a Inglaterra a perfeccionarse y a adquirir naves para la Marina peruana. No obstante, durante la guerra contra España, un grupo de oficiales peruanos, incluyendo a Grau, se rebelaron contra la orden de Prado de nombrar a un militar extranjero como comandante de la flota. Esta rebelión llevó a que los oficiales fueran arrestados y procesados por traición, aunque finalmente fueron absueltos.
Paradójicamente, fue Prado quien, en plena Guerra del Pacífico, huyó del país llevándose consigo el dinero destinado a la compra de armamento y pertrechos. Grau había solicitado insistentemente las granadas Palliser, las únicas capaces de perforar el blindaje de los buques chilenos, pero estas nunca llegaron. Además, el Huáscar navegaba a media capacidad, ya que no había podido completar su mantenimiento en el Callao semanas antes del combate.
En la batalla de Angamos, el 8 de octubre de 1879, Grau se enfrentó a seis buques chilenos, dos de ellos acorazados, con municiones que resultaban ineficaces contra el blindaje enemigo. Entre los navíos chilenos presentes aquel día estaba la Covadonga, la misma que había hundido a la Independencia.
Quizá una de las frases que mejor define a Grau es la que recoge Manuel González Prada en sus Páginas Libres: “No soy más que un pobre marinero que trata de servir a su patria”. Esta humilde declaración refleja la entrega y el sacrificio de Grau por el Perú, un hombre cuya figura trascendió el campo de batalla para convertirse en un símbolo de honor, valentía y lealtad.
Referencias bibliográficas:
"Historia Marítima del Perú" (1972). Centro Naval del Perú- Museo Naval del Peru.
"Historia de la Guerra de América entre Chile, Perú y Bolivia". (1883).
Tomás Caivano.
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