Las Sombrillas: la batalla por una playa que resiste la privatización
- Redacción El Salmón
- hace 13 horas
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Cuando el mar ya no parece ser de todos. Esa podría ser la consigna que hoy resuena cada tarde en la arena de Las Sombrillas, uno de los pocos tramos libres de cemento y de acceso popular que aún conserva buena parte de la población limeña en la Costa Verde. Lo que en décadas pasadas fue punto de encuentro de familias, deportistas y bañistas, hoy es escenario de un enconado conflicto en el que convergen intereses de lucro, decisiones judiciales, disputas territoriales, protestas ciudadanas y advertencias ambientales.
La concesión olvidada y revitalizada por una orden judicial
El origen del conflicto se remonta a 2005, cuando la municipalidad del distrito de Barranco, bajo la alcaldía de Martín del Pomar, otorgó una concesión a la empresa Capital Properties S.A.C.. Este contrato incluyó unos 10 000 metros cuadrados de playa con la intención de ejecutar un proyecto comercial. Por muchos años el proyecto quedó en la nada: sin edificaciones, sin obras, sin desarrollo visible.
Pero ese letargo terminó. Un laudo arbitral —del 2014— falló a favor de Capital Properties, y recientemente un mandato judicial firme ordenó ejecutar la concesión, habilitando a la empresa para recuperar los terrenos y avanzar con sus planes.
El plan que esgrime la empresa contempla un centro comercial de dos niveles con restaurantes de lujo, tiendas, estacionamientos privados y plataformas frente al mar.
Para sus promotores, este proyecto representa modernización, turismo, inversión —un “revitalizador” de la Costa Verde. Para sus opositores, en cambio, es el inicio de la privatización de un bien común, un agravio al acceso popular, una agresión al carácter público de la playa.
Comunidad denuncia privatización y pérdida de espacio público
La reacción no se hizo esperar. Vecinos, comerciantes, deportistas, pescadores y bañistas se manifestaron enérgicamente contra el proyecto. En una multitudinaria marcha, pancartas y consignas reflejaron la indignación colectiva: “La playa es de todos”, “No al mall en la Costa Verde”.
Denuncian que la construcción del centro comercial implicaría la pérdida de un balneario abierto —y gratuito—, accesible a familias, jóvenes, actividades deportivas, artesanos, vendedores informales, niños que aprenden a nadar, surfistas y recreación popular. Además, advierten que este tipo de obras no toman en cuenta la dimensión ecológica del espacio: la playa forma parte de un entorno costero con humedales, carrizales, fauna, aves migratorias y un paisaje costero que ya viene expuesto históricamente a agresiones urbanísticas.
Para muchas de esas familias, el balneario no es lujo: es espacio vital de recreación, de pulmón social, de intercambio. Y no están dispuestas a cederlo sin pelea.
Más allá de la disputa sobre la concesión, en la práctica la gestión de la playa ha sido conflictiva en estos meses. Con la implementación del plan “Verano Seguro 2025”, la municipalidad de Barranco declaró las playas Las Sombrillas y Los Yuyos como “intangibles”: prohibió el comercio ambulatorio, la venta informal, alquiler de sombrillas y sillas, así como el consumo de alcohol o alimentos preparados en la arena.
Como parte del control, se instaló una valla metálica de unos 70 metros que divide Las Sombrillas de la playa vecina Agua Dulce (en el distrito de Chorrillos), con el objetivo declarado de impedir el ingreso de comerciantes ambulantes no autorizados.
Pero la medida generó rechazo entre bañistas y ciudadanos que denuncian que la reja impide el libre tránsito entre playas, complica desplazamientos peatonales y rompe con la idea de litoral abierto, accesible y libre.
Asimismo, una inspección reciente de Defensoría del Pueblo advirtió que muchas playas de la Costa Verde —incluyendo Las Sombrillas— carecen de la fiscalización municipal necesaria; no hay limpieza adecuada, servicios higiénicos en buen estado, ni rescate o salvataje suficiente en temporada alta. Se constató además venta informal de comida, alquiler de sombrillas y sillas, lo que afecta el acceso libre y ordenado de los veraneantes.
La declaratoria de intangibilidad, la instalación de vallas, la falta de una política clara y efectiva de mantenimiento y fiscalización, y el conflicto entre autoridades distritales y empresa privada reflejan un desequilibrio entre declaración normativa y realidad en terreno.
Un pulso simbólico y social por la Costa Verde
Lo que está en disputa en Las Sombrillas no es solo un terreno, un mall o un proyecto inmobiliario. Está en juego la idea del litoral como patrimonio colectivo. La playa es un espacio público que sirve de refugio climático, recreativo, económico y social para miles de limeños: familias, adolescentes, pescadores, deportistas, personas de escasos recursos. Privatizarla equivale a expulsar a quienes no pueden pagar un restaurante de lujo o el estacionamiento de un centro comercial.
Para muchos defensores de la playa abierta, lo que ocurre es parte de un patrón: la progresiva mercantilización de la costa, en el que las playas se convierten en terrenos para inversión, turismo caro, consumo elitista, en desmedro del derecho ciudadano al acceso libre y digno.
Y aunque en el papel existen normativas —como la Ley 26856 que define a las playas como bien de uso público, y las declaraciones municipales de “intangibilidad”—, la tensión radica en quién las respeta, cómo se implementan, quién controla, quién decide, quién lucha.
Los peligros de un mall frente al mar
Quienes advierten contra la construcción del centro comercial apuntan a múltiples consecuencias que van más allá del acceso.
Un impacto ambiental potencial: la zona tiene humedales, biodiversidad costera, aves migratorias. Un mall implicaría plataformas, edificaciones, movimiento de tierra, más tránsito vehicular, afectación a la fauna marina y terrestre, destrucción de áreas verdes.
Una pérdida irreversible del carácter popular del litoral: si se instala un mall con restaurantes caros y estacionamientos privados, la playa y su entorno se transformarán en un espacio para quienes puedan pagar, excluyendo a buena parte de los limeños.
Un precedente peligroso: aceptar este proyecto puede abrir la puerta a nuevas privatizaciones en otros tramos de la Costa Verde. Las voces que hoy se levantan en defensa de Las Sombrillas podrían estar marcando un hito de resistencia colectiva.
Para muchos, la defensa de Las Sombrillas es también la defensa de una idea: la idea de una costa pública, compartida, accesible y ciudadana.








