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¿Por qué Corea del Norte y Corea del Sur siguen formalmente en guerra?



La península coreana continúa siendo uno de los focos geopolíticos más tensos y complejos del mundo, y aunque han pasado más de siete décadas desde el inicio del conflicto armado entre Corea del Norte y Corea del Sur, ambos países siguen formalmente en guerra. Esta situación se debe a una serie de factores históricos, políticos, militares y diplomáticos que han impedido la firma de un tratado de paz definitivo y mantienen una tensión constante en la región.


Orígenes del conflicto: la Guerra de Corea (1950-1953)


El conflicto armado comenzó el 25 de junio de 1950, cuando alrededor de 75,000 soldados del Ejército Popular de Corea del Norte cruzaron el paralelo 38, la línea que dividía la península coreana, e invadieron Corea del Sur. La ofensiva norcoreana fue rápida y sorpresiva, capturando en pocas semanas gran parte del territorio surcoreano, incluida la capital, Seúl, el 28 de junio.


El líder norcoreano, Kim Il-sung, buscaba la reunificación forzosa de Corea bajo un régimen comunista, con el respaldo material y estratégico de la Unión Soviética, liderada entonces por Josef Stalin, y con el apoyo posterior de la China de Mao Zedong, que envió cerca de 300,000 soldados chinos bajo el nombre de "Voluntarios del Pueblo", lo que prolongó el conflicto.


Corea del Sur, gobernada por Syngman Rhee, recibió una rápida y decidida respuesta internacional: el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, gracias a la ausencia temporal de la delegación soviética en la votación, autorizó la intervención militar a favor de Corea del Sur.


Estados Unidos lideró esta coalición de fuerzas de la ONU bajo el mando del general Douglas MacArthur, llevando a cabo una famosa contraofensiva, que incluyó el histórico desembarco en Incheon en septiembre de 1950, recuperando Seúl y empujando a las fuerzas norcoreanas más allá del paralelo 38, acercándose incluso a la frontera con China.

Esto provocó la intervención masiva de tropas chinas en octubre de 1950, revirtiendo nuevamente el curso de la guerra.


El conflicto se convirtió en una guerra de desgaste, con el frente estancado cerca de la línea original del paralelo 38 durante casi dos años. Se estima que murieron entre 1.2 y 1.5 millones de soldados de ambos bandos y entre 2 y 3 millones de civiles, muchos de ellos víctimas de bombardeos aéreos masivos, desplazamientos forzados y ejecuciones sumarias. Las principales ciudades de Corea, como Seúl, Pyongyang, Incheon y Wonsan, quedaron prácticamente arrasadas.


El combate terminó el 27 de julio de 1953 con la firma del Acuerdo de Armisticio de Corea en la localidad de Panmunjom, cerca de la frontera. El acuerdo fue firmado por representantes del Comando de las Naciones Unidas (liderado por Estados Unidos), del Ejército Popular de Corea del Norte y del Ejército de Voluntarios del Pueblo Chino.


Es importante destacar que Corea del Sur, bajo el liderazgo de Syngman Rhee, se negó a firmar el armisticio, insistiendo en su demanda de una reunificación de la península bajo su propio gobierno.


El armisticio estableció un alto el fuego, detuvo los combates y creó la Zona Desmilitarizada (DMZ), una franja de aproximadamente 4 kilómetros de ancho y 250 kilómetros de largo, que sigue siendo hoy una de las fronteras más militarizadas del mundo. Además, el acuerdo contempló el intercambio de prisioneros de guerra mediante la operación conocida como "Little Switch" y "Big Switch", en la que decenas de miles de prisioneros de ambos lados fueron repatriados.


Sin embargo, el armisticio no fue un tratado de paz, por lo que legalmente el conflicto sigue vigente. Hasta el día de hoy, pese a diversas cumbres, diálogos y promesas diplomáticas, Corea del Norte y Corea del Sur siguen siendo, formalmente, dos países en guerra, en un estado de suspensión bélica que ha definido gran parte de sus relaciones bilaterales y la política de seguridad de toda la región del noreste asiático durante más de siete décadas.


Intentos de firmar un tratado de paz


A lo largo de los años, ha habido numerosos intentos diplomáticos para transformar el armisticio en un tratado de paz formal, pero todos han fracasado por distintas razones:


• En los años 70 y 80, hubo diálogos esporádicos, pero el contexto de la Guerra Fría dificultó avances.

• En 1994, durante la crisis nuclear, se discutió la posibilidad de avanzar hacia la paz, pero la muerte de Kim Il-sung interrumpió el proceso.

• En 2000 y 2007, se celebraron cumbres intercoreanas con líderes como Kim Dae-jung y Roh Moo-hyun, pero sin resultados definitivos.

• En 2018 y 2019, durante las reuniones entre Kim Jong-un y Moon Jae-in, y posteriormente entre Kim Jong-un y Donald Trump, hubo promesas de avanzar hacia un acuerdo de paz, pero finalmente las negociaciones se estancaron.


La ausencia de un tratado de paz: un conflicto congelado


La falta de un tratado de paz formal entre Corea del Norte y Corea del Sur, incluso más de siete décadas después del fin de las hostilidades, es el resultado de una combinación de factores históricos, ideológicos, militares y geopolíticos profundamente arraigados.


Uno de los factores centrales son las profundas diferencias ideológicas y políticas entre ambos Estados. Corea del Norte, oficialmente conocida como la República Popular Democrática de Corea, es un país gobernado por el Partido del Trabajo de Corea, bajo la dirección de su líder actual, Kim Jong-un. Su sistema político se basa en un modelo de partido único, con un fuerte énfasis en la autarquía económica (Juche), el control estatal de los recursos y una estructura de poder centralizada. La legitimidad del gobierno norcoreano también se apoya en un fuerte nacionalismo y en la herencia de la lucha contra el colonialismo japonés y el imperialismo extranjero.


Por otro lado, Corea del Sur, o República de Corea, ha evolucionado hacia un modelo de democracia multipartidista, con una economía de mercado abierta, instituciones democráticas consolidadas y un sistema político donde el poder ejecutivo, legislativo y judicial operan bajo principios de separación y control mutuo. Además, Seúl mantiene una alianza militar y económica estratégica con Estados Unidos, que tiene presencia militar permanente en el país desde la guerra.


Otro obstáculo importante ha sido la situación geoestratégica de la península coreana. La presencia de aproximadamente 28,500 soldados estadounidenses en Corea del Sur, junto con sistemas avanzados de defensa como el THAAD (Terminal High Altitude Area Defense), ha sido vista por Corea del Norte como una amenaza directa a su seguridad nacional. Pyongyang ha argumentado reiteradamente que la presencia militar extranjera en la región y las frecuentes maniobras conjuntas entre Corea del Sur y Estados Unidos son señales de una posible intención de agresión.


En respuesta, Corea del Norte ha desarrollado una doctrina militar basada en la política conocida como "Songun" o "Ejército Primero", que prioriza los recursos nacionales hacia las fuerzas armadas como base de estabilidad y soberanía nacional. Actualmente, el país mantiene un ejército de aproximadamente 1.1 millones de soldados en servicio activo, lo que representa uno de los ejércitos más grandes del mundo en proporción a su población.


Desde principios del siglo XXI, Corea del Norte también ha reforzado su capacidad disuasoria nuclear, desarrollando y probando varios tipos de misiles balísticos y realizando ensayos nucleares subterráneos desde 2006. Según el gobierno norcoreano, su programa nuclear tiene una función puramente defensiva y busca evitar una repetición de la invasión y destrucción vivida durante la Guerra de Corea.


En paralelo, las negociaciones multilaterales, como las Conversaciones a Seis Bandas (que incluyeron a Corea del Norte, Corea del Sur, China, Japón, Rusia y Estados Unidos), han intentado durante años resolver las tensiones mediante acuerdos de desnuclearización y garantías de seguridad mutuas. Sin embargo, estos procesos han enfrentado interrupciones frecuentes, falta de confianza mutua y diferencias profundas en las condiciones previas que exige cada parte.


La ausencia de un tratado de paz formal entre las dos Coreas es el resultado de décadas de desconfianza acumulada, incompatibilidades ideológicas, la presencia de actores internacionales con intereses geoestratégicos en la región y la persistente percepción de amenaza militar por parte de ambos gobiernos.


Hasta hoy, la situación permanece como un conflicto congelado, donde a pesar de la ausencia de combates activos a gran escala, la tensión militar, la desconfianza política y el riesgo de una escalada accidental siguen siendo factores latentes en la península coreana.


La tensión militar y política actual


A pesar de los intentos esporádicos de diálogo y acercamiento a lo largo de las décadas, la situación se mantiene tensa. Corea del Norte ha denunciado repetidamente las maniobras militares conjuntas entre Estados Unidos y Corea del Sur, calificándolas de provocaciones que podrían desencadenar una guerra accidental con un solo disparo.


Por su parte, Corea del Norte ha desarrollado y probado misiles balísticos y armas nucleares, declarando que su estatus como potencia nuclear es irreversible y una respuesta a lo que considera amenazas externas Esto ha generado una carrera armamentista y una constante vigilancia militar en la frontera, con la DMZ como una de las zonas más fortificadas y vigiladas del mundo.


La guerra de información y la división social


Más allá del conflicto militar, existe una guerra silenciosa de información y propaganda entre ambas Coreas. Corea del Sur intenta difundir contenido cultural y noticias a la población norcoreana para mostrar la realidad del sur y contrarrestar la narrativa oficial de Pyongyang, que presenta a Corea del Norte como un país fuerte y autosuficiente.


Esta batalla cultural y mediática refleja la profunda división social y política entre ambos países, que no solo están separados por una frontera física sino también por sistemas y visiones del mundo radicalmente opuestos.


Corea del Norte y Corea del Sur siguen formalmente en guerra porque nunca se firmó un tratado de paz que ponga fin legalmente al conflicto iniciado en 1950. La combinación de diferencias ideológicas, la presencia militar extranjera, el desarrollo nuclear norcoreano y la desconfianza mutua mantienen la península coreana en un estado de conflicto congelado. La tensión militar y política persiste, con episodios frecuentes de provocaciones y maniobras que recuerdan que la paz definitiva aún está lejos de concretarse. Esta situación convierte a la península en un punto crítico para la seguridad regional y global.

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