Plan filtrado revela proyecto para transformar Gaza en una “Riviera” sin palestinos
- Redacción El Salmón
- hace 2 días
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Un documento confidencial de 38 páginas, filtrado por The Washington Post, revela que un sector de la administración de Donald Trump ha discutido un plan denominado GREAT Trust para el futuro de Gaza. La propuesta contempla colocar el territorio bajo tutela estadounidense durante al menos una década y convertirlo en un polo turístico y tecnológico de lujo. A cambio, más de dos millones de palestinos serían desplazados de manera “voluntaria”, con compensaciones económicas y promesas de vivienda en nuevas “ciudades inteligentes”. Organismos internacionales advierten que el proyecto podría equivaler a una forma de limpieza étnica y violar gravemente el derecho internacional.
El plan no se limita a la reconstrucción material, sino que plantea un rediseño social radical: la población palestina debería “reubicarse” —palabra que en el lenguaje diplomático funciona como un eufemismo del desalojo— mientras se levantan resorts de lujo, torres de cristal, islas artificiales y parques tecnológicos que harían de Gaza una “Riviera del Oriente Próximo”.
La propuesta, discutida dentro de la administración Trump, plantea al menos una década de control estadounidense directo sobre el territorio, bajo un régimen fiduciario que recuerda a los mandatos coloniales del siglo XX. En ese lapso, Gaza se transformaría en un escenario limpio de población nativa, disponible para inversionistas, turistas y corporaciones.
La promesa del paraíso y la realidad del exilio
Según las versiones publicadas por The Guardian y HuffPost, el borrador contempla un paquete de incentivos para quienes acepten abandonar sus casas y su tierra. Las familias palestinas recibirían compensaciones monetarias, alimentos garantizados por un año, subsidios por cuatro años y “tokens digitales” que podrían canjearse por vivienda en nuevas ciudades inteligentes administradas por inteligencia artificial.
El discurso oficial presenta la iniciativa como una oportunidad de futuro. Pero en la práctica, significa el desarraigo de más de dos millones de personas. Un paraíso turístico sobre las ruinas del desplazamiento forzoso. Los arquitectos del plan lo llaman “renovación”; sus críticos no dudan en calificarlo de limpieza étnica encubierta.
Reacciones internacionales: del desconcierto a la condena
La filtración del documento generó una inmediata ola de rechazo. Philip Grant, director de Trial International, advirtió que la propuesta equivale a “un proyecto de deportación masiva disfrazado de desarrollo económico”. Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para Palestina, fue más lejos: lo calificó como “ilegal, amoral e irresponsable”, una estrategia que “normaliza la expulsión de un pueblo entero bajo el pretexto del progreso”.
AP News recordó que el derecho internacional humanitario prohíbe el traslado forzoso de poblaciones civiles, incluso en contextos de guerra. Y The Guardian habló de un “intento insano de blanquear la guerra con la estética del turismo de lujo”.
El escepticismo no solo proviene de los organismos multilaterales. En la región, países árabes han expresado que el proyecto no es una alternativa viable. De hecho, en marzo de 2025, una cumbre respaldó un plan distinto liderado por Egipto, que plantea invertir 53.000 millones de dólares en la reconstrucción de Gaza sin desplazar a su gente.
De una frase en la Casa Blanca a un documento oficial
El origen de la idea se remonta al 4 de febrero de 2025, cuando Donald Trump sorprendió al anunciar que Estados Unidos “tomaría el control de Gaza” y que el territorio sería convertido en una “Riviera” en un plazo de diez a quince años. En ese momento, muchos creyeron que se trataba de una ocurrencia más del mandatario. Sin embargo, siete meses después, la ocurrencia se transformó en un borrador de plan: un documento de política internacional, con mapas, esquemas y presupuestos preliminares.
La narrativa trumpista insiste en que Gaza es “inhabitable” para sus actuales residentes, y que solo un rediseño total podría darle valor. El problema es que ese rediseño excluye a los propios gazatíes. Como señaló El País, lo que se presenta como un proyecto de modernización es, en esencia, un modo de congelar el retorno de los desplazados y consolidar un desierto demográfico donde antes había una sociedad.
El espejismo del desarrollo
El el borrador del proyecto GREAT Trust describe torres de 20 pisos, islas artificiales conectadas por puentes, centros de datos de última generación y hoteles frente al Mediterráneo que competirían con los de Marbella o Miami. El lenguaje de la planificación urbanística está lleno de promesas: eficiencia energética, ciudades inteligentes, inteligencia artificial aplicada al transporte y a la vivienda.
Pero detrás del marketing futurista, se esconde una paradoja evidente. Se proyecta una Gaza con todo, excepto palestinos. Como escribió Cadena SER en un editorial: “El Miami del Mediterráneo, pero sin su pueblo originario”.
En la práctica, se trata de reescribir la geografía humana del enclave: sustituir barrios destruidos por torres de oficinas, reemplazar comunidades campesinas por urbanizaciones exclusivas, borrar la memoria del sitio para imponer la postal de un nuevo destino turístico global.
Entre la reconstrucción y el despojo
El dilema es brutal: ¿puede hablarse de reconstrucción cuando el precio es el desplazamiento masivo? Para las familias que han perdido hogares, hospitales y escuelas, el plan no ofrece retorno, sino desalojo definitivo. Para los promotores de la “Riviera de Gaza”, el futuro es un escenario libre de palestinos.
Los países árabes han dejado claro que no avalarán un proyecto que legalice la expulsión. En paralelo, juristas y académicos señalan que la propuesta podría abrir un frente en la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y violaciones sistemáticas de derechos humanos.
Mientras tanto, el documento sigue circulando, alimentando la sensación de que, en la posguerra, el campo de batalla ya no está en las ruinas, sino en la disputa por el futuro. Gaza podría convertirse en un laboratorio de ciudades inteligentes, o en el escenario de uno de los despojos más documentados de la historia reciente.
Una Riviera construida sobre escombros
El borrador del proyecto GREAT Trust presenta una imagen seductora: playas de arena blanca, torres de cristal, yates surcando un mar azul frente a islas artificiales. Pero la pregunta inevitable persiste: ¿qué ocurre con los millones de personas que hoy sobreviven en tiendas de campaña, sin agua ni electricidad?
El riesgo es que la Riviera soñada por Trump y sus asesores se convierta en una metáfora del siglo XXI: un modelo de desarrollo que promete brillo y prosperidad, mientras condena a sus habitantes originarios a la invisibilidad, al exilio y a la muerte.
Gaza, transformada en destino turístico, sería también Gaza vaciada de palestinos. Una Riviera sobre ruinas. Un paraíso construido sobre el despojo.