Perú, el país que resucita enfermedades
- Redacción El Salmón
- 19 jun
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Sarampión, poliomielitis, difteria y lepra asoman nuevamente en el Perú después de décadas de control. Detrás de este resurgimiento están las brechas en la cobertura vacunal, las fallas en la detección oportuna y un sistema sanitario que exige refuerzos urgentes.
En 2019, el Perú lucía cifras que parecían seguras: la cobertura de la vacuna pentavalente —que protege contra difteria, tétanos, tos ferina, hepatitis B y Haemophilus influenzae tipo b— rozaba el 88 %, mientras que la vacuna antipoliomielítica se acercaba al 87 %. Ese mismo año, la primera dosis contra sarampión, paperas y rubéola (SPR) cubrió al 84 % de los menores, con un descenso más pronunciado en la segunda dosis, que quedó en 66 %. Sin embargo, la llegada del COVID‑19 en 2020 trastocó todo: las cifras cayeron a niveles alarmantes —72 % para pentavalente y 71 % para poliomielitis— dejando un hueco inmenso en la protección colectiva .
Este derrumbe no fue solo por logísticas. El miedo a acudir a centros de salud, el reencauzamiento de recursos sanitarios al combate contra el coronavirus y una creciente desconfianza alimentada por la desinformación conspirativa se combinaron para desarmar durante meses una barrera que había costado décadas construir.
Sarampión: dos niñas, una sombra larga de dos décadas
En abril de 2024, los titulares volvieron a hablar de sarampión en el Perú cuando dos niñas —ni una vacunalizada— fueron diagnosticadas tras regresar de Estados Unidos. El país llevaba sin casos autóctonos desde el año 2000, cuando la Organización Panamericana de la Salud lo declaró libre de la enfermedad . El descenso en SPR —primera dosis baja a 77 %, segunda a apenas 52 %— debilitó la inmunidad colectiva. El sarampión, altamente contagioso, encontró justo la apertura que necesitaba para volver. Esta emergencia fue un claro recordatorio: basta que la vacunación baje unos puntos para que broten males que parecían enterrados.
Poliomielitis: el miedo a la parálisis reaparece en Loreto
En 2023, un caso sospechoso de poliomielitis paralítica en Loreto estremeció al país. La buena noticia fue que se trataba de un virus relacionado con la vacuna, no el virus salvaje. La mala: reveló fallas en la vigilance y en la cobertura en zonas remotas donde la inmunidad había aflojado.
La poliomielitis, que en 1991 dejó de ser endémica en Perú, bien podría regresar si no se mantiene vigilancia. Un brote aquí no solo sería trágico, sino muy difícil de controlar.
Difteria: un retorno mortal que se podía prevenir
Octubre de 2020 marcó un quiebre cuando una niña murió en Lima por difteria, la primera muerte por la enfermedad en 20 años. En zonas como Puno, Amazonas y Ucayali, la cobertura vacunal en ese momento era inferior al 70 %. El Ministerio de Salud no dudó en declarar alerta nacional y relanzar campañas intensivas, conscientes de que esta bacteria podía volver a circular con fuerza.
Lepra: una enfermedad silenciosa y aún vigente
Aunque el resurgimiento de la lepra no acapara titulares como el del sarampión, los datos oficiales demuestran que sigue presente. En zonas amazónicas como Loreto y Ucayali se reportan alrededor de 30 casos nuevos al año, con apariciones ocasionales en Madre de Dios, Cajamarca y el VRAEM de Ayacucho. En 2023 se diagnosticaron 26 casos en adultos y se proyectaron al menos seis en niños, según la OPS/OMS. Esta enfermedad, generada por Mycobacterium leprae, puede causar discapacidad irreversible si no se detecta a tiempo. A pesar de que el tratamiento es gratuito y eficaz, el diagnóstico suele demorar años en comunidades rurales por falta de recursos y estigma persistente.
En junio de 2025, se reportó públicamente un caso bajo investigación en Piura —un hombre de 60 años— que activó protocolos preventivos en la zona. Aunque no existen reportes oficiales ampliamente difundidos por el Minsa, autoridades regionales implementaron cercos epidemiológicos y reforzaron la campaña de información comunitaria. El Ministerio de Salud recordó que el tratamiento está disponible y que el éxito depende en gran medida de la detección temprana, tal como lo estipula la Norma Técnica de Salud para la prevención, atención integral y control de la lepra (2019).
Además, el Instituto de Medicina Tropical “Daniel A. Carrión” de la UNMSM funciona como centro de referencia nacional para lepra, capacitando personal médico y fortaleciendo el diagnóstico precoz. A pesar de esto, expertos coinciden en que el verdadero reto está en derribar el estigma y acortar la cadena de transmisión mediante vigilancia activa y trabajo comunitario .
El desafío institucional: entre buenas normas y ejecución deficiente
El Minsa, con apoyo de OPS/OMS, desplegó operativos de vacunación y campañas puerta a puerta, además de actividades de formación en Cajamarca, Amazonas, San Martín y La Libertad.. Sin embargo, estas iniciativas enfrentan limitaciones logísticas, rotación del personal y desconfianza local. La distribución gratuita de medicamentos, incluidos los blísteres de multiterapia para lepra, está asegurada, pero la llegada efectiva a tiempos y lugares correctos sigue siendo incierta.
Una vacuna, un tratamiento, una comunidad salva
En esta coyuntura, el Perú no solo está frente a enfermedades individualmente. Está ante la fragilidad de un sistema de salud que puede retroceder décadas si no se refuerzan los pilares preventivos: vacunación, vigilancia, diagnóstico precoz y, sobre todo, confianza comunitaria. El regreso de la lepra —invisible para muchos— junto al retorno visible de poliomielitis o difteria, envía una señal clara: sin atención continua, lo erradicado puede reaparecer.
El llamado es inequívoco: reforzar la inmunidad colectiva y fortalecer los sistemas de vigilancia para que la lepra deje de ser un “fantasma” que atrae resentimiento y se convierta en una enfermedad que el sistema sanitario detecte, trate y elimine sin miedo ni estigma.
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