Marlon Brando rechaza el Oscar en solidaridad con los pueblos indígenas
- Redacción El Salmón
- 27 mar
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Los Ángeles, California, 27 de marzo de 1973. En un giro inesperado durante la ceremonia de los Premios Oscar, Marlon Brando rechazó el galardón que se le otorgaba por su actuación en El Padrino. En lugar de asistir a la ceremonia, Brando envió a la activista indígena Sacheen Littlefeather, quien subió al escenario para explicar su rechazo.
La decisión de Brando no fue un gesto puramente simbólico, sino una protesta política en defensa de los derechos de los pueblos indígenas. En su intervención, Littlefeather denunció el trato que Hollywood ha dado históricamente a las comunidades indígenas, tanto en sus representaciones en la pantalla como en las prácticas dentro de la industria. Explicó que el actor rechazaba el premio como una forma de protesta contra los estereotipos con los que se representa a los pueblos nativos en el cine, una industria que ha perpetuado imágenes despectivas y poco realistas, particularmente en los papeles de los actores indígenas, que a menudo son marginados y relegados a roles secundarios o caricaturescos.
Este acto se produce en un contexto de creciente conciencia sobre los derechos civiles y la injusticia social, particularmente en relación con los pueblos indígenas de América. En ese momento, el conflicto en Wounded Knee había puesto a los pueblos nativos en el centro de la atención pública, con activistas luchando contra el gobierno de los Estados Unidos por los derechos territoriales y culturales. La protesta de Brando fue un llamado a la reflexión sobre cómo la industria cinematográfica ignoraba o distorsionaba las realidades de estas comunidades, mientras, en el plano político, la nación continuaba ignorando sus demandas de justicia.
La respuesta del público en la ceremonia fue mixta. Mientras algunos aplaudieron el gesto de Brando y su postura frente a la injusticia, otros reaccionaron con abucheos y desaprobación, reflejando las tensiones sociales de la época. La protesta también generó división en la crítica, algunos viendo a Brando como un héroe de la justicia social, mientras que otros consideraban su acto una politización innecesaria de un evento culturalmente destacado. Sin embargo, la protesta no pasó desapercibida y colocó a Hollywood ante la necesidad de enfrentar las críticas sobre su papel en la perpetuación de estereotipos raciales y la falta de representación genuina de los pueblos indígenas.
La industria del cine, históricamente acusada de crear una narrativa hegemónica y excluyente, se vio forzada a reconsiderar su postura frente a la representación cultural. La decisión de Brando de rechazar el Oscar no solo cuestionaba la industria del entretenimiento, sino que también invitaba a una profunda reflexión sobre el poder que el cine tiene en la construcción de las percepciones sociales. La protesta señaló la falta de reconocimiento de los pueblos indígenas y su lucha por una representación más justa y realista en los medios.
El gesto de Brando sigue siendo un punto de inflexión en la historia de los premios y en la relación de Hollywood con la justicia social. A pesar de los avances que se han hecho, su acto subraya que aún queda mucho por hacer para garantizar una representación equitativa en el cine. Hollywood, que históricamente ha sido criticado por la falta de diversidad, se enfrenta ahora a un desafío aún mayor: cambiar la narrativa dominante y asegurarse de que las comunidades indígenas sean representadas con dignidad, sin recurrir a los viejos estereotipos que han perpetuado a lo largo de los años.
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