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¿Quiénes fueron los Tupamaros, la guerrilla a la que perteneció Mujica?




“Ser tupamaro no era sólo empuñar las armas.

Era vivir una utopía.”

Palabras de un exmilitante del MLN-T



Durante los años 60 y 70, Uruguay fue escenario de un fenómeno político radical: el surgimiento del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros (MLN-T), una organización guerrillera urbana que desafió el orden establecido con una mezcla de acción armada, trabajo social clandestino y propaganda. La historia de los Tupamaros está íntimamente ligada a la de José “Pepe” Mujica, uno de sus militantes más emblemáticos, quien pasó de guerrillero a presidente de la República.


El contexto: Uruguay en crisis


A fines de la década de 1950, Uruguay enfrentaba una crisis profunda. Lo que alguna vez fue considerada la “Suiza de América” comenzó a deteriorarse debido al estancamiento económico, la inflación, el desempleo y una creciente desigualdad social. A esto se sumaba el desgaste del sistema político tradicional, dominado por el Partido Colorado y el Partido Nacional, incapaces de responder a las demandas de los sectores populares.


Este ambiente de frustración fue el caldo de cultivo para el surgimiento de movimientos políticos más radicalizados. En 1959 triunfaba la Revolución Cubana, y su eco se sentía en todo el continente. En Uruguay, grupos de izquierda comenzaron a considerar la lucha armada como una vía legítima para cambiar el sistema.


Fundación del MLN-T


El Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros fue fundado formalmente en 1963 por Raúl Sendic, un sindicalista agrario que había trabajado con cañeros explotados en el norte del país. El grupo tomó su nombre de Túpac Amaru II, líder indígena que encabezó una rebelión contra el dominio español en el siglo XVIII.


A diferencia de otras guerrillas latinoamericanas que operaban en áreas rurales, los Tupamaros desarrollaron una estrategia de guerrilla urbana, basada en comandos pequeños, ataques relámpago, sabotajes y operaciones de propaganda armada. Inspirados por el foquismo cubano, adaptaron sus tácticas a las ciudades, especialmente Montevideo.


José Mujica y su ingreso a la lucha armada


José Mujica, nacido en 1935, provenía de una familia modesta. Fue militante del Partido Nacional en su juventud, pero luego se radicalizó políticamente y se unió al MLN-T a comienzos de los años 60. Al contrario de la imagen austera que proyectó más tarde, Mujica fue un militante comprometido y, según documentos oficiales, participó directamente en varios operativos armados.


Entre sus primeras acciones documentadas estuvo el asalto al Club del Tiro Suizo, en 1969, donde resultó herido de bala. Fue detenido por primera vez en 1970, pero logró fugarse de la cárcel de Punta Carretas en 1971, en una de las fugas más espectaculares de América Latina: 106 tupamaros escaparon a través de un túnel de 50 metros, cavado durante meses. Mujica fue uno de ellos.


Apogeo y represión


Entre 1968 y 1972, el MLN-T llegó a su mayor nivel de actividad. Cometió más de 1.300 acciones armadas: robos a bancos (que ellos llamaban “expropiaciones”), secuestros de diplomáticos y empresarios, ocupaciones de radios, liberación de presos políticos y ataques contra instituciones represivas.


Entre sus acciones más impactantes estuvieron:


  • El secuestro del embajador británico Geoffrey Jackson en 1971, mantenido en cautiverio durante ocho meses.

  • El asalto al depósito de armas del Ejército en el cuartel de Jackson, en 1969, en el que robaron más de 300 armas.

  • La “toma de Pando”, en octubre de 1969, cuando comandos tupamaros ocuparon el centro de esta ciudad, asaltaron bancos, interrumpieron comunicaciones y huyeron casi sin bajas.


La respuesta del Estado fue contundente. En 1968, el presidente Jorge Pacheco Areco declaró el estado de sitio. En 1972, el Ejército fue autorizado a combatir a la guerrilla con plenos poderes. En menos de un año, la estructura del MLN-T fue desmantelada. Cientos de militantes fueron detenidos, y muchos torturados o ejecutados.


La prisión y los "rehenes"


Mujica fue capturado definitivamente en 1972. A partir de 1973, con el golpe de Estado y el inicio de la dictadura cívico-militar, se convirtió en uno de los nueve “rehenes” de las Fuerzas Armadas: presos que, según las autoridades, serían ejecutados si el MLN-T retomaba las armas.


Mujica pasó 13 años preso, la mayoría en condiciones extremas de aislamiento, tortura psicológica y condiciones infrahumanas. Estuvo recluido en cisternas, pozos y cuarteles militares, sin contacto con el exterior. Según su testimonio, sobrevivió gracias al entrenamiento mental, la disciplina interior y el diálogo con las hormigas que compartían su celda.

El fin de la dictadura y la transición política


En 1985, con el regreso de la democracia en Uruguay, Mujica y los demás presos políticos fueron liberados tras una ley de amnistía. Muchos exguerrilleros decidieron retirarse de la política. Pero otros, como Mujica y Sendic, apostaron por integrarse a la vida institucional.

Ese mismo año, el MLN-T se disolvió como organización armada y fundó el Movimiento de Participación Popular (MPP), que se integró al Frente Amplio, coalición de izquierda que reunía a socialistas, comunistas, cristianos y otros sectores progresistas.


Mujica fue electo diputado en 1994 y senador en 1999. Su estilo campechano, directo y desideologizado le ganó simpatía entre sectores populares y rurales. En 2005 fue nombrado Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca en el gobierno de Tabaré Vázquez.


La presidencia de un exguerrillero


En 2009, Mujica fue electo presidente del Uruguay con el 52% de los votos. Su llegada al poder fue simbólicamente poderosa: el hombre que había sido considerado enemigo del Estado ahora gobernaba ese mismo Estado. Su presidencia (2010–2015) se caracterizó por:


  • Reformas sociales de gran impacto, como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la regulación del mercado de marihuana.

  • Una política exterior pragmática y crítica con el imperialismo, pero no alineada con los países del ALBA.

  • Un estilo austero: vivió en su chacra, manejaba un viejo Volkswagen escarabajo, y donaba el 90% de su salario.


Mujica no ocultó su pasado. Al contrario, lo reivindicó como parte de su historia personal, aunque reconoció errores estratégicos del MLN-T. Su figura generó admiración internacional, incluso entre sectores que en otros contextos habrían rechazado a un exguerrillero.


Las críticas desde la izquierda


Sin embargo, no todo fue consenso en torno a su figura. Desde sectores de la propia izquierda uruguaya y latinoamericana, Mujica fue objeto de críticas por su giro hacia posturas más moderadas y pragmáticas.

Algunos excompañeros del MLN-T, así como militantes de la izquierda tradicional y marxista, lo acusaron de haber abandonado los ideales de transformación profunda por los que luchó en su juventud. Señalaban que:


  • Su política económica fue más cercana al progresismo moderado que a una ruptura estructural con el modelo neoliberal. Durante su gobierno se mantuvo un modelo de crecimiento basado en la inversión extranjera, la agroexportación y la minería a cielo abierto, lo que generó tensiones con ambientalistas y comunidades rurales.

  • Su defensa del proyecto Aratirí, una megainversión minera de capitales indios, fue especialmente polémica. Muchos sectores de izquierda consideraron que atentaba contra la soberanía nacional y el medioambiente.

  • El sociólogo Raúl Zibechi, cercano a movimientos sociales latinoamericanos, escribió que Mujica había pasado de “combatir al sistema a administrarlo con eficiencia”, y que su gobierno fue más “progresista que revolucionario”.

  • El periodista Samuel Blixen, exmilitante del MLN-T y analista político, señaló en 2014 que Mujica había demostrado ser "más hábil político que pensador ideológico", priorizando la gobernabilidad sobre los principios.

  • Desde el seno del Frente Amplio, sectores como el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) y la Unidad Popular consideraron que su gobierno, aunque popular, consolidó el “modelo capitalista con rostro humano”, sin avanzar hacia una transformación estructural del sistema económico y social.


Pese a estas críticas, Mujica defendió su accionar señalando que “la política no es para hacer poesía, sino para cambiar lo posible”, y que su papel era generar condiciones para avances progresivos en un contexto democrático, sin caer en maximalismos que pusieran en riesgo la estabilidad del país.



Legado y controversias


Los Tupamaros siguen siendo una figura polémica en la historia uruguaya. Para unos, fueron delincuentes armados que pusieron en jaque la democracia. Para otros, fueron revolucionarios honestos que denunciaron las injusticias de una sociedad cerrada y oligárquica.


Mujica es quizá el símbolo más acabado de esa transición: del fusil a la urna, de la clandestinidad a la Presidencia. Sin embargo, nunca renegó de su historia, aunque pidió que las nuevas generaciones no repitieran los errores del pasado.


Datos poco conocidos


  • El MLN-T tenía una sección de publicaciones clandestinas que distribuyó decenas de panfletos, manuales y boletines, algunos impresos con imprentas caseras escondidas en túneles.

  • Mujica fue considerado mentalmente inestable por médicos militares en los años 80 debido a su capacidad de resistir el aislamiento total.

  • En los años previos a su ingreso al MLN-T, Mujica fue florista y ciclista amateur.

  • El libro “Memorias del calabozo”, escrito por Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro (también tupamaros y ministros luego), relata con crudeza los años de prisión, incluyendo los intentos de suicidio de algunos compañeros.


La historia de los Tupamaros es una de lucha, error, resistencia y transformación. Refleja las tensiones de un país en crisis, la brutalidad del autoritarismo y el poder de la política para reconciliar. José Mujica encarna esa historia en carne propia: un hombre que empuñó las armas, sufrió el encierro y gobernó con sencillez.


Uruguay sigue discutiendo esa historia. Pero lo cierto es que, con luces y sombras, los Tupamaros dejaron una marca indeleble en la memoria política del país.

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