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La vida política de Mario Vargas Llosa: De simpatizante de la lucha armada a aliado de Vox

Actualizado: 17 abr




Mario Vargas Llosa, el célebre escritor peruano y ganador del Premio Nobel de Literatura en 2010, dejó un legado literario inigualable y una huella intelectual profunda. No obstante, su vida política fue tan polémica y compleja como su obra, marcada por un giro ideológico que sorprendió a muchos en su momento. A lo largo de las décadas, el autor transitó desde una admiración por los movimientos revolucionarios de izquierda que practicaron la lucha armada, como el Che Guevara y la Revolución Cubana, hacia una postura más conservadora.


Esta transformación lo llevó a abrazar un discurso neoliberal y a alinearse, en ocasiones, con gobiernos y movimientos de extrema derecha. Aunque muchos lo han reconocido como un defensor de la libertad y la democracia, sus acciones ponen en cuestión su convicción por estos valores. No se trató simplemente de discrepancias de opinión, sino de una postura activa a favor de las políticas de derecha, a menudo tomando partido por estas corrientes y actuando como un acérrimo defensor de figuras políticas cuya ideología y prácticas autoritarias, en su juventud, él mismo habría rechazado sin vacilación.


Los primeros años: El Guevarismo y la admiración por la Revolución Cubana


La historia política de Mario Vargas Llosa comienza en su juventud, cuando se sintió atraído por las ideas de justicia social que emergieron de la Revolución Cubana en 1959. Al igual que muchos jóvenes intelectuales de América Latina, Vargas Llosa vio en Fidel Castro y en el Che Guevara figuras que representaban la lucha contra la opresión y la injusticia social. En su momento, el autor compartía el entusiasmo de muchos por la promesa de una Cuba socialista libre de las corrupciones que caracterizaban a muchos gobiernos de la región. Durante sus años universitarios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Vargas Llosa se vinculó al Círculo Cahuide, una célula clandestina del Partido Comunista Peruano que operaba en la clandestinidad debido a la persecución del régimen de Manuel A. Odría. Este grupo de jóvenes comprometidos con el cambio social influyó en su pensamiento político inicial, orientado hacia el marxismo y la revolución. ​


En 1962, Vargas Llosa viajó a Cuba en medio de la Crisis de los Misiles, una situación de tensión internacional entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Durante su visita, expresó admiración por los avances en educación y cultura impulsados por la Revolución Cubana, considerándolos como logros significativos en la transformación social del país. 


Sin embargo, su idealismo juvenil pronto se vio truncado por los hechos. En 1971, el encarcelamiento del poeta cubano Heberto Padilla y la represión contra los disidentes lo hicieron cuestionar profundamente el modelo socialista que en algún momento había admirado. En este periodo, Vargas Llosa comenzó a alejarse de los movimientos de izquierda radical, lo que marcó el inicio de un proceso que culminaría en una transformación ideológica hacia el liberalismo y la defensa del mercado libre.


El giro hacia el liberalismo y el neoliberalismo


A medida que avanzaba su carrera, Mario Vargas Llosa se distanció de la izquierda revolucionaria y abrazó un discurso liberal, adoptando principios económicos neoliberales que, en su opinión, eran la clave para el desarrollo y la prosperidad de América Latina. En 1983, fue designado por el presidente Fernando Belaúnde como miembro de la Comisión Especial Investigadora del caso Uchuraccay, encargada de esclarecer la muerte de ocho periodistas en la comunidad andina de Uchuraccay. La comisión concluyó que los comuneros, en un contexto de confusión y miedo, confundieron a los periodistas con miembros de Sendero Luminoso y los mataron. El informe de la comisión presidida por Vargas Llosa fue cuestionado por su enfoque limitado y por no abordar adecuadamente las complejas dinámicas sociales y culturales del caso.


En los años siguientes, Vargas Llosa se convirtió en un firme defensor de las políticas económicas neoliberales. Sin embargo, su apoyo al neoliberalismo fue acompañado de una fuerte crítica al populismo de izquierda, un enfoque que, si bien le dio reconocimiento a nivel internacional, también lo fue alejando de sectores más progresistas de la región. Durante los años 2000 y 2010, Vargas Llosa se convirtió en un crítico feroz de los gobiernos de izquierda en América Latina, especialmente de Hugo Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia. Este activismo lo consolidó como una de las voces más críticas del socialismo del siglo XXI.


Apoyo a Vox y su acercamiento a la derecha radical


Uno de los episodios más controversiales de la vida política de Mario Vargas Llosa fue su apoyo a Vox, el partido de extrema derecha en España. Vox, conocido por su discurso antiinmigrante, euroescéptico y nacionalista, representa un giro sorprendente en las posturas políticas de un hombre que en su juventud fue un defensor de la igualdad social y los derechos humanos. En diversas entrevistas, Vargas Llosa expresó su admiración por la capacidad de Vox para "hacer frente al populismo de izquierda" y advirtió sobre los peligros que, según él, representaba el socialismo en Europa y América Latina. Este respaldo fue recibido con gran escepticismo, dado su historial de luchas por la democracia y la libertad, principios que, a primera vista, parecen estar en conflicto con las políticas de Vox.


El apoyo de Vargas Llosa a Vox no fue un hecho aislado. A lo largo de la última década, el escritor también se alineó con otros movimientos de derecha radical en Europa y América Latina, incluidos los de figuras como Jair Bolsonaro en Brasil y, en menor medida, con los posicionamientos de Donald Trump en los Estados Unidos. Aunque Vargas Llosa siempre insistió en que su apoyo a estos líderes no implicaba un respaldo a sus políticas autoritarias, muchos lo vieron como una contradicción, dado que él mismo había sido un firme defensor de la democracia y las libertades individuales a lo largo de su vida.


En Argentina, Mario Vargas Llosa expresó su apoyo a Javier Milei, el presidente de extrema derecha de Argentina, destacando su compromiso con la libertad y la democracia. Sin embargo, este respaldo ha sido cuestionado debido a las políticas del gobierno de Milei destinadas al desmantelamiento de las políticas de memoria histórica en el país. Desde su asunción, el presidente Milei ha adoptado medidas consideradas como un intento de revisionismo histórico, minimizando los crímenes cometidos durante la dictadura cívico-militar. Su postura es interpretada como un esfuerzo por relativizar las atrocidades de la dictadura, incluyendo sus declaraciones sobre la cifra de los desaparecidos y la defensa de un enfoque revisionista de los hechos.


Una de las críticas más destacadas a este cambio ideológico fue su apoyo explícito a Keiko Fujimori en las elecciones presidenciales de 2021 en Perú. A pesar de haber sido un crítico implacable del régimen autoritario de su padre, Alberto Fujimori, Vargas Llosa justificó su respaldo a Keiko como una medida para evitar que el país cayera en lo que él consideraba una "dictadura socialista". Sin embargo, este respaldo fue percibido como una contradicción, dado su anterior activismo contra la dictadura de Fujimori y su defensa de la democracia. Vargas Llosa defendió su apoyo a Keiko diciendo que ella representaba el "menos malo" frente a Pedro Castillo, un candidato con fuertes vínculos con la izquierda radical.


Mientras que muchos de sus seguidores valoraron su lucha en defensa de las libertades individuales y el mercado libre, otros lo acusaron de traicionar los principios que en su momento lo definieron como un crítico del autoritarismo. En este contexto, su apoyo a Vox y a figuras como Milei se puede entender como un reflejo de las tensiones internas que marcaron su vida política: por un lado, su rechazo al populismo y los regímenes de izquierda, y por otro, su creciente cercanía a los sectores más conservadores y autoritarios.


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