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Marcha por la vida: políticas de muerte




El sábado 7 de diciembre de este año se convocó una marcha por la vida como una reacción a una iniciativa aprobada en la Comisión de Justicia del Congreso que habilitaba un debate en torno al registro de parejas del mismo sexo bajo un régimen patrimonial. Este proyecto de ley, que no ha sido aceptado ni valorado de modo positivo por parte del colectivo LGBT+ ya que no se trata de reconocimiento real, ha sido el nuevo enemigo con quien pelear por parte de los sectores neoconservadores en el país y que tuvo por vocero a Alejandro Muñante, congresista de la bancada Renovación Popular. 


Antes de proponer un análisis crítico de la marcha me parece importante recordar que esta se institucionaliza luego que el Congreso de la República promulgase el 25 de marzo como “Día del niño por nacer” bajo la Ley 27654 el año 2001, durante el gobierno de Alejandro Toledo. Su intención ideológica era reconocer lo que llaman “derechos del concebido” y con eso brindar al “concebido” un estatuto jurídico mayor al que de la persona gestante. 


Aunque similares en contenido, son distintas en su organización y propuesta, la Marcha por la Vida y la de Con mis Hijos No te Metas, la primera se trata de una estrategia política que proviene de bases católicas, mientras que la segunda ha sido liderada por el mundo evangélico, que más adelante tendrá un refuerzo católico y de otras denominaciones cristianas. A ese fenómeno se le ha llamado ecumenismo del odio (Spadaro y Figueroa, 2017) ya que reúne en un frente común un enemigo al cual odiar, antes el “fantasma del comunismo” ahora la supuesta “ideología de género”. 


A partir de tres variables colocadas en este texto: el atentado a la laicidad, las narrativas de disfraz y la hipocresía cristiana, me interesa que se reconozca este evento y otros posteriores como parte de una política de muerte, o como la llama el pensador camerunés Achille Mbembe necropolíticas, las que pueden ser comprendidas como “la expresión última de la soberanía [que] reside ampliamente en el poder y la capacidad de decidir quién puede vivir y quién debe morir” (Mbembe, 2011, p. 19). No sin considerar cómo la violencia estructural significa, según lo retomado por Gustavo Gutiérrez siguiendo a Bartolomé de las Casas, que el empobrecimiento de la calidad de vida implica una muerte antes de tiempo (Gutiérrez, 2024).


Atentado a la laicidad 


El 25 de marzo no es una fecha que haya sido escogida al azar, el mundo católico celebra ese día la Solemnidad de la Anunciación, la que según la tradición ideológica cristiana María habría concebido a Jesús, esto a partir del anuncio de un ángel. Nombro ideológica a esta posición ya que bajo el manto de la creencia religiosa se ocupa el término concepción siendo este posterior al dato religioso, y de ese modo se le impone una noción contemporánea a un texto que no tendría como objetivo sostener aquello. Llamar concepción a lo narrado en el pasaje bíblico muestra, por ejemplo, cómo se ha convertido una figura religiosa como María en un discurso de control que insistiría según el cristianismo hegemónico que la fecundación sería un acto divino (olvidando que según esta misma institucionalidad no hubo gameto masculino) dejando de lado la consulta a la que el mismo texto presenta.  


Pero la historia de las creencias y su evolución no tendrían que ser un problema más que cuando afecta el desarrollo de los derechos. En este caso muy concreto es evidencia total de cómo la laicidad en el país es solo de fachada, ejemplos sobre esto existen muchísimos: que funcionarixs juramenten con la biblia o el uso del crucifijo en instituciones públicas, el Te Deum católico del 28 de julio y el evangélico del 29, la enseñanza del catolicismo en la escuela pública, nombrar al dios de Jacob en el himno nacional, ceremonias religiosas promovidas por instituciones públicas, feriados con contenido confesional. En este caso muy concreto, la ideología religiosa se impuso al Estado al tener que reconocer un día para el concebido, dejando de lado las discusiones éticas y bioéticas sobre el estatuto jurídico del embrión que se vienen desarrollando desde hace más de tres décadas.


En ese sentido, el atentado a la laicidad va de la mano con la ausencia de debate científico y de argumentos, lo que implica no solo una disciplina, sino interdisciplinariedad. Esto guarda relación también con el apoyo de sectores gubernamentales con esas políticas, el escándalo que la Municipalidad Metropolitana de Lima haya podido financiar esta marcha es evidencia de que la moral religiosa se impone sobre la ética, la que se enfoca en lo plural y en la diversidad. 


Narrativas de disfraz 


En otro lugar he llamado narrativas de disfraz a las estrategias discursivas que emplean ciertos grupos para presentarse en el espacio público con la intención de mantenerse vigente y seguir obteniendo réditos políticos. En aquella ocasión quise presentar cuatro: el odio disfrazado de amor, la ciencia disfrazada de religión, la teocracia disfrazada de democracia, el control disfrazado de cuidado (Vega-Dávila, 2022).  No puedo dejar de lado que la idea misma de vida se encuentra en discusión y considerar cómo Judith Butler discute el valor que se le da a ciertos cuerpos frente a otros que son invisibilizados o desposeídos de derechos (Butler, 2002). 


Esta premisa, que no es lejana a las discusiones en torno a la marcha mencionada, puede evidenciarse en la preponderancia discursiva que tendría cierto tipo de familia, que no es el único existente ni aquí ni en ninguna parte del mundo, lo que les llevaría a oponerse incluso a las migajas que el proyecto de ley presentado por Alejandro Cavero pretendería validar. Lo que de fondo se encuentran afirmando Muñante, Jáuregui de Aguayo y compañía es que solo una forma de vida vale, que solo la heterosexualidad es reconocible de derechos. Bajo su narrativa de disfraz acerca de la vida y de la familia se encuentra el hecho de afirmar que las personas LGBT+ somos menos humanas. El debate sobre la vida no se encuentra solo en el hecho de nacer, sino en la calidad de vida que se posee, en considerar si esta vida es vivible o no. 


Y los sectores más conservadores de este país se encuentran negando un futuro al negar derechos y fomentando estructuras para que la delincuencia tenga ciudadanía a través de las leyes que vienen promulgando. Cuan miserables son esos grupos que se oponen incluso a la poquedad que la derecha peruana se encuentra proponiendo. 


Hipocresía religiosa 


Lo anteriormente presentado me lleva a un tercer punto, considerar lo que ha sido llamada la moral victoriana. Michel Foucault al inicio de su Historia de la Sexualidad recuerda cómo es que todo lo relacionado a sexualidad es llevada a la recámara, a lo privado. Todo lo que no respondiese a una comprensión de lo normativo sería prohibido, considerado inexistente o simplemente sometido al no hablarse en público (Foucault, 2017). El autor se pregunta al escribir su texto si es que no seguimos atadxs a esa misma moral y la verdad es que se podría decir, dado el contexto que vivimos, que es tan actual su cuestionamiento en torno a querer llevar lo sexual a lo privado como la moral del embudo que sostiene la mayoría congresal. 


El temor de hablar sobre sexualidad ha llevado a que el movimiento Con mis hijos no te metas asuman que solo los padres o madres de familia son quienes deban velar por el conocimiento acerca de estos temas, en lugar de hablarlo en la escuela. Esto ha impedido que se desarrolle una educación sexual integral ya que desde su mirada macartista todo estaría relacionado con lo que llaman ideología de género y, por ello mismo, debería ser combatido y eliminado. Pero esto no significa que no se empleen las diversidades como réditos, pienso, por ejemplo, en Efraín Aguilar, director peruano, quien salió a “defender la familia” durante la marcha (Bethel noticias, 2024), pero no tiene ningún reparo en usar y abusar de historias de la diversidad en series como Al Fondo hay sitio y haber promovido modelos de masculinidad tóxica y violencia de género durante dos décadas a través del programa Risas y Salsa. 


Pero la hipocresía religiosa, en particular la cristiana, se pone en evidencia en situaciones graves como los feminicidios. Es más que obvio que no participaron de la marcha del 25N ni que lo harán en ninguna otra manifestación que no se alinee con sus “ideales”. Esto mismo se da con los crímenes de odio o su asolapamiento a la policía. La doble moral cristiana tiene como prioridad la fecundación, el fin de la vida, impedir matrimonios de personas del mismo sexo, pero no le interesa la extorsión, la corrupción patente, la impunidad de Boluarte frente a los crímenes de lesa humanidad, su abandono del poder por temas estéticos, la depredación de la amazonía, el asesinato de líderes ambientales, la minería ilegal, el acoso a periodistas, el excesivo gasto en el Kongreso y sus bonos, lxs congresistas mochasueldo, lxs congresistas que se favorecen con leyes con nombre propio, el periodismo que fomenta violencia de género, los derechos de los pueblos indígenas y su cultura, las declaraciones infames de ministros como Morgan Quero, la intoxicación de menores por consumo de productos adulterados de Qaliwarma, la seguridad ciudadana, los feminicidios, la incapacidad de la policía para hacer su trabajo. Es triste e indignante, pero hay un etcétera enorme que crece día con día. 


A modo de conclusión


Estas tres variables mencionadas quieren exponer las políticas de muerte que fomentan estos grupos que pone en evidencia cómo los neoconservadurismos han venido usando una serie de discursos y prácticas para llegar al poder y usan otros para mantenerse en él. Estos grupos, nombrados de esta manera por estrategia política debido a que otras formas de nombrar tales como fundamentalistas o antiderechos son limitadas discursivamente, tal y como lo plantea la investigadora Priscila Barredo (2024), han venido actuando impunemente y buscan recursos públicos para colocar una agenda política que les favorezca, teniendo lo sexual como una excusa.


Lo colocado en este texto son políticas de muerte no porque su discurso se exprese a favor de esta, sino más bien porque las estructuras que se encuentran formando sostiene la muerte de quienes no encajan en su lectura de la sociedad. Esto no solo es para las mujeres y las diversidades, sino para todo ser, porque el atentado que se encuentran realizando lo único que ofrece es un futuro negado a todo cuanto vive. Lo que estos grupos se encuentran realizando a vista y paciencia nuestra es debilitar aún más las instituciones para imponer una moral superficial que no hable de sexualidad y concentre su atención en ella para no hablar de las estructuras de las que son cómplices. 



Bibliografía


Barredo, P. (2024). Borrador de tesis doctoral. Ciudad de México: Universidad Iberoamericana.


Bethel noticias. (7 de diciembre de 2024). Bethel Noticias. https://www.instagram.com/bethelnoticias/reel/DDUfJ9bO36p/


Butler, J. (2002). Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del sexo. Buenos Aires: Paidós.


Foucault, M. (2017). Historia de la sexualidad I. Ciudad de México, México: Gandhi.


Gutiérrez, G. (2024). En busca de los pobres de Jesucristo. EL pensamiento de Bartolomé de las Casas. Centro de Estudios y Publicaciones.


Mbembe, A. (2011). Necropolítica, seguido de Sobre el gobierno privado indirecto. Melusina.


Spadaro, A., & Figueroa, M. (15 de Julio de 2017). Fondamentalismo evangelicale e integralismo cattolico. Un sorprendente ecumenismo. Retrieved 11 de Abril de 2021, from La Civiltà Cattolica: https://www.laciviltacattolica.it/articolo/fondamentalismo-evangelicale-e-integralismo-cattolico/


Vega-Dávila, E. (6 de octubre de 2022). Narrativas de disfraz. Cuestionando a la ideología del odio. Mirada crítica desde género y religión. Conferencia presentada en la BUAP.


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