La última esperanza

Para derrotar las múltiples, porque serán múltiples, candidaturas de la dictadura congresal necesitamos un candidato con arrastre, que sea transparente y honesto, nuevo no necesariamente por su edad, pero sí en las lides políticas, horizontal, cercano, aterrizado, con un partido también nuevo y popular, cuyas propuestas también nuevas, respiren a honestidad y profesionalismo (Daniel Parodi).
Hasta hace poco más de un mes, creí finalmente haber decantado el misterio de la geopolítica del siglo XXI: dos bloques, uno occidental, liderado por USA y secundado por la Unión Europa, y el otro Oriental, liderado por la China, aliado natural de Rusia y muy probablemente con la mayoría de los BRICS de su lado. Ese esquema voló en pedazos en dos actos: desde que Donald Trump ganó las elecciones presidenciales del 6 de noviembre de 2024 y desde, como consecuencia de dicha victoria, asumió la presidencia del hegemón del norte el 20 de enero de 2025, tras una larga transición.
Pero hay más, no solo se trata de la geopolítica que, en tiempos de la Guerra Fría, entendían hasta los niños de la escuela primaria: comunistas vs. capitalistas. Este Trump, es corregido y aumentado, es el niño no socializado que responde solo a sus instintos y no encuentra ninguna traba para ejecutar, sin más, sus necesidades más primarias. Desde luego que la democracia y los derechos humanos le importan dos cominos, lo mismo que en 2016, pero ahora cuenta con un mundo mucho más ultraconservador que entonces, y a las organizaciones, foros y aliados que de algún modo trazaban un cerco de equilibrio de poderes a su alrededor, absolutamente debilitados. El niño Trump los pisa, arroja lejos y patea sin siquiera darse cuenta de cual es el juguete que acaba de quebrar y cual podría sur su costo para la modernidad occidental, o para el millón y medios de gazatíes que subsistes en Gaza en condiciones infrahumanas.
Esta circunstancia, trasladada al Perú, podría presentarse aún peor. La dictadura congresal es prácticamente una realidad, y los rincones institucionales que aún se mantienen independientes son trincheras de resistencia a punto de caer ante el “ejército nacional asechando Madrid” y para evitarlo no basta un romántico cartel de otro tiempo repitiendo el eco de una vieja consigna: “no pasarán”.
La sociedad civil, popular, regional, organizada, onegista o como se la quiera llamar no ha reaccionado. El tema se debate, pero ni siquiera tanto, apenas en círculos políticos reducidos y especializados. La resistencia, le duela a quien le duela, duró hasta Martín Vizcarra, y el José Ramón Rodil final de nuestra civilidad fueron los más de cincuenta ciudadanos ayacuchanos y puneños a los que hicieron mártires a balazos. Cuando el pánico se apodera del poder, la muerte se oculta a la vuelta de la esquina.
Después vino el silencio, las voces se dispersaron: una denuncia escandalosa que de tanto escandalizar ya no escandaliza a nadie, un viejo y tenaz periodista solo contra el mundo que empuña quijotesco la espada contra el poder y la corrupción, una que otra marcha, uno que otro paro que no prende pero la nación, si existe, mira hacia abajo o hacia afuera. De nuevo miramos hacia afuera, pensar que hace no mucho tiempo dejamos de mirar hacia afuera y creímos que el futuro estaba aquí dentro, en el Perú.
Algunos creen que la última batalla se librará en las próximas elecciones generales de 2026. No sé si serán 50 o 50 millones los partidos los que postularán, pero el plan de la dictadura congresal ya está en marcha: el país se gobernará desde el nuevo senado. 60 senadores, la mitad por distrito electoral múltiple y la mitad por distrito electoral único, siempre con el maldito voto preferencial.
¿Saben cuanto se necesita para financiar una campaña electoral congresal a nivel nacional exitosa? Mínimo 300.000 dólares ¿saben quienes tienen ese dinero? Pues ningún ciudadano común que provenga de una clase política profesional cuyo ánimo sea servir al pueblo, al ciudadano de a pie. Y para el caso de las circunscripciones regionales es menos pero igual es un montón de plata. Allí está la plaga. ¿les ponemos nombre?
Para derrotar las múltiples, porque serán múltiples, candidaturas de la dictadura congresal necesitamos un candidato con arrastre, que sea transparente y honesto, nuevo no necesariamente por su edad, pero sí en las lides políticas, horizontal, cercano, aterrizado, con un partido también nuevo y popular, cuyas propuestas también nuevas, respiren a honestidad y profesionalismo, que dialoguen de tú a tú con el colectivo, que lo representen, que de su ideario surjan planes de desarrollo y que respire la querencia por el Perú, que muestre las caras nuevas, de hombres y mujeres maduros y jóvenes, los más de ellos provincianos, y los más de ellos profesionales o representantes de sectores que nunca fueron representados, y que transpire esa nación que está dentro de todos nosotros.
Y este proyecto debe ser apoyado, esto quiere decir financiado, hasta donde lo permita la ley, por buenos peruanos que quieran al Perú: esta es nuestra última esperanza.
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