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El Estado peruano en contra de las Líneas de Nazca




Las Líneas de Nazca, declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1994, son un conjunto de geoglifos milenarios ubicados en el desierto del sur del Perú. Estas figuras, que abarcan desde simples líneas hasta complejas representaciones de animales y plantas, han sido objeto de admiración y estudio durante décadas. Sin embargo, en los últimos años, este invaluable patrimonio ha enfrentado una serie de amenazas, muchas de las cuales están vinculadas a decisiones y omisiones del propio Estado peruano.


Importancia cultural, científica y espiritual


Las Líneas de Nazca constituyen una de las expresiones más sofisticadas de la ingeniería cultural precolombina. Fueron trazadas por la cultura Nazca entre los siglos I y VII d.C., y se extienden sobre una superficie de más de 450 km². Se han registrado más de 800 líneas rectas, 300 figuras geométricas y alrededor de 70 representaciones de animales y plantas.


Además de su atractivo visual, las Líneas de Nazca constituyen una síntesis extraordinaria del conocimiento y la espiritualidad de una civilización ancestral. Grabadas sobre el desierto con una precisión asombrosa, revelan un profundo entendimiento del entorno natural, desde patrones astronómicos hasta técnicas hidráulicas adaptadas a un clima extremo. Estas figuras no solo expresan una cosmovisión en la que el cielo, la tierra y los ciclos naturales estaban estrechamente entrelazados, sino que también habrían cumplido funciones rituales vinculadas al agua, un recurso sagrado y escaso en la región. Además, su valor contemporáneo trasciende lo simbólico: las líneas generan ingresos importantes como atractivo turístico de alcance mundial, movilizando una economía local basada en el patrimonio y la historia. Preservarlas es, por tanto, una tarea urgente no solo para honrar nuestra identidad cultural, sino también para sostener el desarrollo económico de comunidades que dependen de su existencia.


Reducción del área protegida


Hace unos días, el Ministerio de Cultura anunció la reducción de la Reserva Arqueológica de las Líneas de Nazca de aproximadamente 5.600 km² a 3.200 km², lo que representa una disminución del 42% del área protegida. Según el ministro de Cultura, Fabricio Valencia, esta decisión se basó en estudios arqueológicos realizados durante más de 20 años, argumentando que la nueva delimitación refleja con mayor precisión las zonas de relevancia arqueológica.


No obstante, expertos y defensores del patrimonio han expresado su preocupación por las posibles implicancias de esta medida. El decano del Colegio de Arqueólogos del Perú advirtió sobre presiones para eliminar la intangibilidad de ciertas áreas, facilitando actividades como la minería informal, la expansión agrícola y la instalación de granjas, que podrían poner en riesgo la integridad de los geoglifos.


Amenazas recurrentes y falta de protección


Una de las figuras más emblemáticas afectadas por la intervención humana es el geoglifo del lagarto. Con una longitud de aproximadamente 180 metros, esta figura fue literalmente partida en dos por la construcción de la carretera Panamericana Sur en la década de 1930. La vía, que atraviesa la región de Nazca, fue trazada sin considerar la presencia de estos antiguos dibujos, resultando en daños irreparables a este y otros geoglifos.


Actualmente, desde la Torre Mirador ubicada entre los kilómetros 419 y 443 de la Panamericana Sur, los visitantes pueden observar las figuras de "La Mano", "El Árbol" y el mencionado "Lagarto", este último visiblemente interrumpido por la carretera. Este hecho evidencia la falta de planificación y consideración por parte del Estado en la preservación de su patrimonio cultural durante proyectos de infraestructura.


La historia reciente de las Líneas de Nazca está marcada por múltiples incidentes que evidencian una falta de protección efectiva por parte del Estado. En 2018, un camión ingresó ilegalmente a la zona protegida, dañando tres de las figuras milenarias. Años antes, en 2014, activistas de Greenpeace realizaron una protesta en el sitio, dejando huellas permanentes en el terreno.


Estos eventos reflejan una supervisión inadecuada y una falta de medidas preventivas por parte de las autoridades competentes.


Impacto de fenómenos naturales


En febrero de 2025, intensas lluvias y huaicos en la región de Ica afectaron directamente a las figuras de "La Mano", "El Árbol" y "El Lagarto", ubicadas cerca de la Torre Mirador. El deslizamiento de lodo y piedras impactó estas figuras, cubriéndolas parcialmente y poniendo en riesgo su integridad. El alcalde del distrito de El Ingenio, Martín Caipo Berrocal, confirmó que parte de las figuras quedaron perjudicadas tras la activación de la quebrada San Martín.


Este tipo de fenómenos naturales, combinados con la falta de medidas preventivas y de respuesta rápida por parte del Estado, agravan la vulnerabilidad de las Líneas de Nazca.


Aunque el Ministerio de Cultura incrementó su presupuesto a S/995 millones para el año 2025, no se ha especificado cuánto de este monto se destinará a la protección y conservación de las Líneas de Nazca. La falta de asignación clara de recursos para este fin plantea dudas sobre las prioridades del Estado en relación con la preservación de su patrimonio cultural.


¿Cómo protegen otros países sus geoglifos?


La situación en Perú contrasta con lo que ocurre en otros países con patrimonios similares:


  • Arabia Saudita: En la región de Al-'Ula, los geoglifos de Harrat Khaybar y estructuras monumentales llamadas "puertas de piedra" están siendo protegidos mediante alianzas entre el Estado y organismos internacionales, con drones, estudios LIDAR y zonas de acceso restringido. Se ha creado una comisión real solo para el monitoreo del sitio.

  • Chile: El Gigante de Atacama, uno de los geoglifos antropomorfos más grandes del mundo, está cercado y monitoreado. El Consejo de Monumentos Nacionales limita el acceso y establece zonas de amortiguamiento. Además, cuenta con paneles solares para vigilancia remota.

  • Australia: En el caso de los grabados rupestres de Murujuga (Burrup Peninsula), el Estado australiano ha detenido proyectos industriales que podían afectarlos y trabaja junto a comunidades indígenas locales para la conservación, reconociendo su valor espiritual.


Estos ejemplos evidencian que, con voluntad política, planificación y alianzas locales-internacionales, es posible preservar patrimonios similares de forma eficaz. El caso peruano, en cambio, parece estar dominado por improvisación y abandono sistemático.


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