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Ejército guatemalteco perpetra masacre en Dos Erres bajo órdenes del régimen de Ríos Montt






La Libertad, Petén, Guatemala, 6 de diciembre de 1982. Una operación militar devastadora se llevó a cabo hoy en la aldea Las Dos Erres, donde tropas del ejército guatemalteco, siguiendo directrices del régimen de facto del general Efraín Ríos Montt, iniciaron una masacre que ha conmocionado al país. Más de 500 habitantes, incluidos niños y mujeres, han sido torturados y ejecutados en lo que se perfila como uno de los episodios más brutales del conflicto armado interno.


El ataque forma parte de la estrategia de "tierra arrasada" que el régimen ha implementado en las zonas rurales, consideradas bastiones de la insurgencia guerrillera. Las fuerzas especiales Kaibiles, responsables de la operación, han actuado bajo la premisa de eliminar posibles colaboraciones con grupos como la Organización del Pueblo en Armas (ORPA), el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). Estos movimientos, que luchan por reivindicaciones sociales y económicas, encuentran apoyo en comunidades rurales, exacerbando la violencia contra estas poblaciones.


Bajo el mando de Ríos Montt, Guatemala ha adoptado un enfoque económico que prioriza la atracción de inversión extranjera y la defensa de grandes latifundios, en detrimento de los derechos de las comunidades indígenas y campesinas. El régimen militar sostiene un modelo neoliberal que refuerza la estructura económica tradicional, caracterizada por la concentración de la riqueza en manos de la élite criolla y terrateniente.


Las políticas económicas se articulan con el respaldo estadounidense, que ha financiado y entrenado a las fuerzas armadas bajo el argumento de frenar la expansión comunista en Centroamérica. Sin embargo, estas estrategias han intensificado las desigualdades sociales, alimentando el descontento que alimenta las guerrillas.


Los guerrilleros: una resistencia fragmentada pero persistente


En medio de esta represión, los movimientos guerrilleros mantienen operaciones en regiones montañosas y selváticas, empleando tácticas de guerra irregular contra las fuerzas del gobierno. El EGP y la ORPA, en particular, han promovido una lucha por la redistribución de tierras y mejores condiciones para las comunidades indígenas y campesinas. Aunque sus acciones han sufrido reveses importantes, la persistencia de estas fuerzas refleja el profundo descontento social en el país.


Reacciones nacionales e internacionales


Diversos sectores de la sociedad guatemalteca comienzan a movilizarse en contra de la creciente militarización y las masacres. Organismos internacionales han condenado el ataque en Las Dos Erres como un crimen de lesa humanidad. Sin embargo, el régimen de Ríos Montt mantiene una postura intransigente, justificando estas acciones como necesarias para garantizar la estabilidad nacional y la seguridad frente al "peligro comunista".


La masacre de Las Dos Erres pone de relieve la brutalidad de un conflicto armado que no solo enfrenta a guerrilleros y militares, sino que somete a la población civil a una violencia indiscriminada. El evento es una muestra más de la urgencia de una intervención internacional que exija cuentas al régimen y frene las atrocidades que se cometen en su nombre.

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