El cambio de poder en Siria y sus nuevos gobernantes [BIEN EXPLICADITO]
El régimen de Bashar al-Assad, que gobernó Siria desde el año 2000, colapsó en diciembre de 2024 tras más de una década de guerra civil. Los conflictos internos, el desgaste de sus aliados clave y un nuevo equilibrio geopolítico llevaron a su caída, transformando a Siria en un nuevo campo de disputa internacional.
El régimen y sus aliados
Bashar al-Assad asumió el poder tras la muerte de su padre, Hafez al-Assad, consolidando un gobierno autoritario basado en la familia alauita y el Partido Baath. Sin embargo, el levantamiento de 2011, inspirado en la Primavera Árabe, marcó el inicio de la guerra civil. Su respuesta, caracterizada por represión y violencia extrema, escaló el conflicto, involucrando a múltiples actores internacionales.
El régimen logró mantenerse gracias al apoyo de Rusia, que proporcionó poder aéreo y armamento, e Irán, que aportó tropas y financiamiento, incluyendo el uso de Hezbolá en combate. Sin embargo, este respaldo comenzó a erosionarse por las crecientes presiones económicas y los conflictos en otras regiones, como Ucrania.
La toma de Damasco
En una ofensiva sorpresa, la coalición rebelde liderada por Hayat Tahrir al-Sham y otros grupos insurgentes capturó Damasco. Las fuerzas del gobierno, debilitadas por la falta de suministros y la retirada de apoyo ruso, no pudieron resistir. Assad huyó a Rusia bajo protección, dejando un vacío político en Siria.
Implicancias geopolíticas
El colapso del régimen ha reconfigurado las dinámicas en Oriente Medio:
Rusia e Irán: Los principales aliados de Assad enfrentan un duro golpe estratégico. Rusia, en particular, pierde una base clave en el Mediterráneo.
Estados Unidos y Turquía: Aunque Estados Unidos se ha centrado más en combatir al Estado Islámico, observa con cautela la situación. Turquía, con interés en el conflicto kurdo, busca consolidar su influencia en el norte de Siria.
Países del Golfo: Tradicionales opositores de Assad, podrían buscar reconstruir la región para limitar la influencia iraní.
La caída de Assad también plantea riesgos de fragmentación del país entre facciones rebeldes y grupos extremistas, dificultando cualquier transición hacia un gobierno estable.
¿Quiénes han tomado el control?
Tras el colapso del régimen de Bashar al-Assad, el poder en Siria recayó principalmente en una coalición liderada por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), una organización de ideología islamista radical con raíces en el antiguo Frente al-Nusra, afiliado a Al-Qaeda. Sin embargo, HTS ha intentado proyectar una imagen más autónoma y nacionalista, buscando legitimidad política en el conflicto. A este grupo se han sumado facciones insurgentes menores, algunas moderadas y otras extremistas, lo que complica el panorama del nuevo liderazgo.
Características de los grupos
Hayat Tahrir al-Sham (HTS)
Base ideológica: Islamismo sunnita extremo.
Objetivo: crear un Estado islámico en Siria, aunque en los últimos años han moderado su discurso para ganar apoyo local e internacional.
Liderazgo: comandado por Abu Mohammad al-Jolani.
Control territorial: antes de la toma de Damasco, dominaban principalmente la provincia de Idlib.
Grupos moderados
Incluyen facciones que surgieron en la primera etapa de la guerra civil, como el Ejército Sirio Libre (FSA, por sus siglas en inglés), aunque debilitados por divisiones internas y falta de recursos.
Ideología: Nacionalismo sirio con enfoques más inclusivos, pero con poca cohesión.
Milicias kurdas
Aunque no forman parte directa de la coalición insurgente, mantienen control en regiones del noreste del país bajo el liderazgo de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), respaldadas por Estados Unidos para combatir al Estado Islámico.
¿Quién los apoya?
Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Aunque no tiene un respaldo formal abierto, ha recibido ayuda indirecta de Turquía, que ve en ellos una herramienta para contrarrestar a los kurdos y limitar la influencia iraní en Siria. También obtienen financiamiento privado de redes sunnitas en el Golfo Pérsico.
Grupos moderados. Fueron apoyados históricamente por Estados Unidos, la Unión Europea y Turquía, aunque este respaldo ha disminuido drásticamente desde 2017.
Facciones kurdas. Continúan recibiendo ayuda de Washington, especialmente en armamento y logística, con el objetivo de mantener la estabilidad en las áreas liberadas del Estado Islámico.
Implicancias del nuevo liderazgo
El control de HTS sobre Damasco plantea un escenario complejo. Por un lado, buscan consolidarse como actores políticos legítimos, pero sus raíces extremistas dificultan el reconocimiento internacional. Turquía y países del Golfo podrían intentar capitalizar esta nueva etapa para aumentar su influencia, mientras que Rusia, Irán y Hezbolá ven amenazada su posición estratégica en la región. Entretanto, Estados Unidos y Europa enfrentan el dilema de cómo contener a los grupos radicales sin fomentar la inestabilidad.
Este nuevo orden podría prolongar la fragmentación del país y exacerbar las tensiones entre las facciones que compiten por el control y el apoyo internacional.
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